REY DE REYES
Guy Ritchie se pone medieval y se mete de lleno a reinventar a este mítico héroe.
Imagínense “El Señor de los Anillos” (The Lord of the Rings) dirigida por Guy Ritchie. ESO es exactamente lo que tiene para ofrecernos “El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada” (King Arthur: Legend of the Sword, 2017), una nueva versión de la mítica historia que ya conocemos hasta el hartazgo, pero con todo el espíritu “callejero”, el hiperquinético estilo visual y la verborragia a la que el director inglés nos tiene tan acostumbrados
Nos es la primera vez que Ritchie se mete a reimaginar clásicos literarios (¡Hola Sherlock Holmes!), y tienen que ser muy abiertos de mente para disfrutar de esta aventura fantástica que intenta reflotar el género de espadas y hechicería, en este caso, mucha hechicería, aunque adaptado para las audiencias del siglo XXI.
Guy quería, justamente, cruzar el clásico de J. R. R. Tolkien con su propia “Snatch: Cerdos y Diamantes” (Snatch, 2000). Claro que lo logra con creces, aunque se sale del molde del típico relato medieval y la leyenda artúrica que viene inundando el cine y la TV desde hace varias décadas.
Charlie Hunnam, el ex Jax Teller de “Sons of Anarchy”, es el joven Arthur, un rufián huerfanito criado por prostitutas en un burdel de Londinium (la antigua Londres), que se gana la vida con sus chanchullos, desconociendo su verdadero origen real y el mito que pesa sobre él. Años atrás, papá Uther (Eric Bana) intentaba mantener la paz del reino ahuyentando a sus enemigos con todo el poder de Excálibur de su parte; pero el tío Vortigern (Jude Law) tenía sus propios planes, y no dudó en asesinarlo para quedarse con la corona.
Tras años de ausencia, la espada decide revelarse una vez más ante el mundo para que el legítimo heredero de los Pendragon acepte su destino y detenga el reinado de terror de Vortigern. Como se podrán imaginar, todo esto a Arturo le importa un bledo, pero el resultar ser el único capaz de remover a la mítica Excálibur de la piedra.
Incapaz de controlar el poder de la espada, Arthur logra escapar con el auxilio de varios hombres fieles a su padre, sus compañeros de fechorías y una hechicera (Astrid Bergès-Frisbey) que lo ayudaran a abrazar su destino y enfrentar al déspota de su tío, aunque no tenga pasta de héroe. Lo que sigue es una aventura hecha y derecha plagada de caballeros, luchas de todo tipo, criaturas, extrañas visiones, una banda sonora increíble y la acción más desenfrenada.
A Hunnam le sienta muy bien el cancherismo de Arturo, un personaje que suele repetir en la mayoría de sus papeles. Ritchie toma nota de todos los clásicos del género y los adapta a su estilo tan particular, amado por muchos y odiado por otros que no van a ver con buenos ojos esta versión remozada y modernosa del mito.
“El Rey Arturo” es ‘over-the-top’ desde cada uno de sus ángulos. Una aventura fantástica para disfrutar sin sobreanalizarla, llena de épica y el particular sentido del humor del director inglés. Es un ‘tómalo o déjalo’ cargado de excesos visuales y un montaje vertiginoso que va, viene y revuelve cada una de sus escenas. Sí, un Ritchie en estado puro.
No todos los efectos son tan copados, y algunas escenas de pelea se parecen más a un videojuego, pero compensa con un elenco carismático, un villano odioso pero vulnerable, y un par de cameos muy simpáticos.
“El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada” carece de la solemnidad de sus congéneres. Es puro entretenimiento, más cercano a la franquicia de “Rápido y Furioso” que a la clásica trilogía de Peter Jackson, pero tiene espíritu aventurero y mucha magia para ofrecer, y desde acá esperamos sus secuelas con los brazos abiertos.