El Rey Arturo y la leyenda de la espada: Por el poder de Excálibur.
El británico Guy Ritchie vuelve a las andanzas, esta vez de la mano del Rey Arturo, en la historia mítica sobre su ascenso al trono. Con una saga garantizada, que incluye a los caballeros de la mesa redonda, uno de los directores de estilo más modernos viaja al pasado medieval para su nueva aventura.
La leyenda sobre el Rey Arturo tiene suficiente peso narrativo, como para imponerse como una historia atrapante, la cual es muy difícil no saber contar. Este rey, destacado personaje de la literatura inglesa se encuentra ahora en manos de otro destacado de sangre británica, el siempre interesante director Guy Ritchie. Quien con películas como Snatch, cerdos y diamantes, Rocknrolla, Sherlock Holmes y Juegos, trampas y dos armas humeantes, entre otras ha sabido alcanzar un lugar privilegiado en lo que se considera la elite de los buenos, y por qué no, distintos, directores actuales.
Para llevar a la pantalla esta historia reunió una dupla de actores más que interesante, en el rol de Arturo, Charlie Hunnam, y como su malévolo tío Vortigern, Jude Law, quien hay que decirlo, es uno de los puntos más interesantes que propone la película.
La historia se centra en Arturo y como ha sobrevivido en las calles, luego a temprana edad quedar huérfano, luego de ver morir a su padre (siempre correcto Eric Bana) a manos del ambicioso Vortigern, quien desea más que nada en el mundo el trono de Rey y hacerse de todo el poder posible para gobernar un pueblo bajo su tiranía. Corre en paralelo, la historia sobre la famosa espada Excálibur, aquella que ha quedado enterrada en una piedra, y quien solo aquel que sea el heredero legítimo al trono podrá sacarla de allí.
Por supuesto, el protagonista llega a tal situación y logra hacerse de la ansiada espada, destinado entonces a convertirse en algo que rechaza constantemente, el nuevo rey de Londinium.
Un dato interesante, no por lo prodigioso sino por lo cuasi vergonzante de la escena donde logra sacar la espada, es que uno de los soldados del ejército negro, más precisamente el que le ordena que lo intente, es el jugador de fútbol David Beckham, a quien ni todo el maquillaje del mundo lo puede ayudar a componer una caracterización más o menos digna, y termina rosando el ridículo con un cameo, que obedece solo y exclusivamente a la amistad entre el deportista y el director inglés.
Retomando el argumento, Arturo, a pesar de no querer ocupar el lugar para el cual ha nacido, se enfrenta por un lado a la persecución por parte de su tío, quien no podrá seguir reinando si no elimina al verdadero rey, y por otro lado a un grupo de extraños quienes quieren enseñarle como dominar el poder de su espada y como encontrar el camino correcto para dar fin a la tiranía establecida.
Las actuaciones, salvo el cameo mencionado, son correctas, destaca por supuesto Jude Law, en un papel que lo encuentra cómodo sin demandar mucho de todo el caudal versátil que puede demostrar.
Como mencionábamos al principio, la historia se vale por sí misma, y quizás el hecho de que el director haya hecho uso y abuso de un montaje extremadamente histriónico, dotando algunas escenas de un vértigo que no resultaba necesario, deja a mitad de camino lo que podría haber sido una conjunción perfecta de una excelente historia contada por un gran director.
El hecho es que alguna escenas parecen más del mundo del comic o de un símil de artes marciales que desentonan con el relato épico, aunque vale decir el riesgo y vértigo que siempre propone Ritchie es digno de ver, y con seguridad garantiza el entretenimiento del público, pero no pidan más que eso, y alguna que otra escena de con una fotografía y arte que merece ser vista en pantalla grande.