Ningún personaje ficticio medieval tiene tanto arraigo en la cultura popular británica como el Rey Arturo. El monarca inglés existe en la literatura céltica, inglesa y galesa desde el Siglo VI y hasta el día de hoy se discute si el legendario Rey es pura ficción o si su leyenda está basada en un líder verdadero. Sus cuentos y leyendas plagados de aventuras mezclan la fantasía, la magia y la historia verdadera sobre la conformación del imperio británico, con personajes entrañables como los Caballeros de la Mesa Redonda, el mago Merlín, la Dama del Lago y la legendaria espada Excalibur.
Después de una guerra entre magos y humanos el reino de Londinium ha caído en las manos de Vortigen (Jude Law) hermano del fallecido legítimo Rey Uther Pendragon (Eric Bana), la reina ha sido asesinada y su hijo ha desaparecido. Arturo (Charlie Hunnam) es un joven que se hizo en las calles, criado por las prostitutas de un burdel que él mismo llegó a administrar años después. Grande será su sorpresa al descubrir que puede empuñar la espada Excalibur y sacarla de la piedra, cosa que nadie podría hacer a menos que comparta el linaje de Pendragon. Junto a un grupo de guerreros, conspiradores, espías y una misteriosa hechicera (Astrid Bergès-Frisbey) Arturo deberá superar sus miedos e inseguridades para reclamar el trono que le pertenece, aunque tal vez la responsabilidad sea demasiado grande para él.
La historia del Rey Arturo ya se ha adaptado muchas veces al cine, tv y al teatro, con diversos realizadores imponiendo su estilo a la reconocida leyenda. En este caso, con Guy Ritchie (Lock, Stock and Two Smoking Barrels 1999, Snatch: Cerdos y Diamantes 2001) ocupando la silla del director, el cineasta lleva al extremo el relato clásico con todos sus trucos narrativos que a esta altura son su marca registrada. Escenas de pelea con momentos slow-motion aplicados con precisión quirúrgica, montajes rápidos con una edición frenética y buena música de fondo que resumen grandes arcos narrativos a secuencias de unos pocos minutos, toda la impronta de Ritchie está presente a lo largo de la película.
Esto no es para nada malo, pero el problema es que ese estilo moderno y vertiginoso es demasiado disonante con respecto a su trasfondo antiguo y medieval. La dirección de Ritchie no es mala sino incorrecta, no es la que esta historia necesita.
Por el costado interpretativo Charlie Hunnam hace un trabajo bastante aceptable, teniendo en cuenta que no es uno de los actores más talentosos e histriónicos que hay. Jude Law cumple en el rol del villano embriagado de poder y dispuesto a todo para mantener la corona sobre su cabeza. Eric Bana, Djimon Hounsou y Astrid Bergès-Frisbey están correctos en sus sendos roles secundarios pero la nota destacada se la lleva Aidan Gillen (Littlefinger en Game of Thrones) en el papel de Goosefat Bill.
La ambientación es correcta, los efectos especiales se ven muy bien, el diseño de producción y vestuario no es malo y la acción es vibrante. El Rey Arturo funciona bien como entretenimiento pochoclero pasatista, pero se habría beneficiado mucho más si contara con un enfoque más clásico y épico. Ojos atentos al cameo de un reconocido futbolista.