El hombre que sería rey
Si uno se deja llevar y olvida lo que sabía de Arturo, la espada y los caballeros, puede llegar a disfrutar esta película bombástica.
Personaje legendario, probablemente basado en una o más de una persona real, Arturo es mucho más que un mito. Es el hombre que pudo sacar la espada de la piedra, que con Excalibur doblegó a los malvados y que constituyó la no menos mítica Mesa Redonda de los caballeros.
Guy Ritchie es británico como Arturo, pero aquí no se muestra demasiado caballero. Es más, el director de Snatch: Cerdos y diamantes se olvida de mucho de lo que se ha escrito desde hace siglos y filmado desde hace menos para construir una historia, digamos, propia, debida a él y a sus cuatro coguionistas y autores de la trama.
Está el nacimiento de Arturo, príncipe heredero que es despojado de ese derecho cuando su tío asesina a su padre y a su madre. Criado en un burdel (!), Arturo logrará sacar la espada de la piedra, sí, pero todo lo que Ritchie muestre tendrá más que ver con un héroe de comic siglo XXI que un caballero siglo VI.
¿Es éste el Arturo que esperan ver las audiencias de videogames, o las sagas medievales? El tiempo lo dirá.
Lo que muestra El rey Arturo: La leyenda de la espada es una superproducción en la que las hazañas de Neo en Matrix son juego de niños. Todo es bombástico, espectacular e increíble -este último término, en todas sus acepciones-. Hay maga (la francesa Astrid Bergès-Frisbey), hay un Ejército oscuro, hay serpientes, elefantes más grandes que los de El Señor de los anillos, y hay buenos actores. Jude Law, que fue Watson en las Sherlock Holmes de Ritchie, como Vortigern; Eric Bana, el padre de Arturo; Djimon Hounsou, uno de sus files laderos, que secundan a un Charlie Hunnam que merece un párrafo aparte.
Y lo merece porque es una cruza que le permitirá ser, con suerte y guiones a favor, el nuevo Brad Pitt, u ocupar el espacio que no llegó a llenar del todo Channing Tatum. El actor de Sons of Anarchy tiene presencia, físico, sabe actuar -aunque aquí eso mucho no se lo requieran- y puede sostener y llevar por sí solo adelante un blockbuster.
Volviendo a la película, parece tener demasiadas producciones como inspiración, con 300, de Zack Snyder, a la cabeza. A veces está bien dejarse llevar por el frenesí de la acción, despreocuparse de la credibilidad y lanzarse de lleno, como al balde de pochoclo.
En ese sentido El rey Arturo, abrumadora, con su espectacularidad del comienzo y su estilo videogame del final, puede atraer a su público. Pero los que busquen algo de clasicismo enfilen para otra sala.
Los popes de Disney quizá se pregunten si hicieron la elección correcta al proponerle que dirija la adaptación de Aladdin con actores. Ya está.