El Rey del Once de Daniel Burman, película que abre la sección panorama en la 66 Berlinale.
El rey del Once marca el regreso de Daniel Burman a la temática y el ambiente en el cual tuvo su mayor éxito: La sub-cultura judaica y el Once.
En esta película, la apuesta es reencontrar a Ariel, un Argentino residente en Nueva York, con su padre que es un miembro activo (tal vez demasiado) de la comunidad Judío ortodoxa de la Argentina, con quien mantiene una relación muy distante, mayormente a causa de las ausencias como progenitor, por invertir todo su tiempo en ayudar a los miembros de la comunidad. Y será en este reencuentro donde Ariel, atravesado por la atracción que siente por Eva, una chica religiosa que hace a su vez de secretaria de Usher, quien lo guiara a través de ese mundo totalmente desconocido para él, que es la comunidad hebrea.
La intención de El Rey del Once es bien clara y está bien llevada, pero en algún punto termina pareciendo una especie de catalogo apresurado de un montón de costumbres que, para los que no tenemos mucho bagaje de cultura judío ortodoxa, terminan siendo muchas veces un sinsentido. Las escenas que Ariel atraviesa son forzadas muchas veces y eso termina yendo en detrimento del film, que mas allá de eso, cuenta igual una historia de reencuentros de una forma más que particular.
Alan Sabbagh compone (y muy bien) a Ariel, este conflictuado personaje que tiene que ir guiando al espectador en medio de esta maraña social que parece un desorden absoluto, pero que sin embargo, termina desentrañando una coherencia propia. Julieta Zylberberg acompaña bien en el relato, aunque su personaje no llega nunca a tener la preponderancia que uno querría.
El Rey del Once apunta a un público más bien masivo pero que va a terminar gustando solamente a aquellos que puedan procesar de forma más profunda el montón de información que la película les está brindando.