Luego de El Libro de la Selva (The Jungle Book, 2016), Jon Favreau vuelve a traer animales a la grán pantalla en la adaptación más ambiciosa.
Es una historia conocida casi universalmente, El malvado hermano del rey, asesina al regente, y expulsa con engaños al pequeño heredero para hacerse con la corona. Años después, el príncipe volverá para recuperar el lugar de su padre que le pertenece por derecho.
El Rey León de 1984, es un drama digno de Shakespeare, e inspirado en obras del mítico dramaturgo. Cualquier relato sobre conspiraciones y traiciones familiares de la realeza se debe a Hamlet, MacBeth, Otello y varias otras. Hace 25 años, esta historia se convertía en una de las más icónicas de la casa del ratón gracias a la película animada dirigida por Roger Alles y Rob Minkoff. Un cuarto de siglo después, Jon Favreau (Iron-Man 2008, El Libro de la Selva 2016) toma responsabilidad en esta moda de los remakes en Live Action para traer de nuevo a Simba, Mufasa, Scar, Timón, Pumba y compañía de nuevo a la gran pantalla.
La tecnología actual permite que esto sea posible y Favreau con libreto de Brenda Chapman (quien en su momento se encargó de supervisar la historia de la película original), se embarcan en esta complicada tarea, con pleno éxito en recrear la animación con otra, pero que nos haga creer que esos animales, son reales (excepto cuando hablan, no se de animales que realmente puedan hablar). Sin embargo, este éxito no es realmente lo mejor que podía pasar a la película.
En el afán de lograr la verosimilitud estética más grande, y hacer creer al espectador que está en presencia de un live action, los animales son tan reales que pierden lo que hizo famosa a la versión original: su humanidad.
Es claro que no se puede esperar que un león real se comporte como un ser humano, y aunque coreográficamente cumplen con todo lo que deben realizar los personajes, los rostros no expresan emoción alguna, ya que los humanos y los animales no se comunican de la misma forma y esto genera una desconexión entre lo visual, y las voces de los actores que interpretan.
Los trabajos vocales son excelentes, James Earl Jones como Mufasa replicando su rol original, JD McCrary y Donald Glover como Simba (jóven y adulto respectivamente), Shahadi Wright Joseph y Beyonce como Nala (joven y adulta), Billy Eichner y Seth Rogen como Timón y Pumba respectivamente, y el gran villano Skar, interpretado por Chiwetel Ejiofor, que tuvo la difícil tarea de ponerse en los zapatos de Jeremy Irons saliendo bastante cómodo.
La teatralidad de las voces juega un rol fundamental en esta clase de películas, pero además, la humanización de los personajes a nivel visual, y eso es lo que se pierde en esta versión, y es algo que se siente mucho.
Favreau se las arregla para incluir en su versión todos los elementos de la obra original, inclusive los de los números musicales saliendo airoso, sobre todo en el tema de Simba, Nala y Zazu (John Oliver) "I Just Can't Wait to be King", donde demuestra una maestría inusitada al lograr hacer funcionar la acción.
La composición original de Hans Zimmer mantiene la calidad, y ayuda al relato tanto como en la versión original, llegando a hacer vibrar fibras emocionales por doquier, aunque hay una nueva composición hecha para el momento musical de Skar, ya que el tema original se ha evitado.
El director de fotografía Caleb Deschanel (La Pasión de Cristo, 2004) presenta composiciones hermosas, y se desenvuelve bien tanto para imitar los planos de la obra original, tanto como para incluir nuevos momentos.
El Rey León es una experiencia intensa, sensacional, y maravillosa. Sin embargo el realismo extremo le quita mucho de lo que hizo tan especial a la obra original.