La adaptación live action del clásico de Disney, "El rey león", de Jon Favreau, apuesta todo al fotorrealismo para presentar la copia fiel de una película que entiende no necesitaba ningún cambio. ¿Para qué modificar algo que funcionaba a la perfección?
En 1989 Disney salía de un largo período de fracasos e inactividad gracias al éxito de "La sirenita" que marcó una nueva etapa creativa para la casa del ratón. Musicales animados de gran escala, ritmo acelerado, y un tono moderno que dejaba parcialmente atrás la inocencia blanquecina de otrora. De esa nueva etapa dorada de Disney, que casualmente abarca toda la década del ’90; sin dudas, la más importante es "El rey león".
La película de 1994 que adaptaba libremente a "Hamlet", no sólo fue un éxito de taquilla, se convirtió en el evento cinematográfico animado de la década.
La que une a crítica y público en consideración de ser “la mejor”; guion complejo, personajes queribles, grandes canciones, salida del clásico cuento de hadas con princesa. Desde que Disney emprendió este camino de realizar adaptaciones live action de sus más grandes clásicos de la animación, sabíamos que tarde o temprano llegaría este día...
¿Pero cómo hacerlo? No es lo mismo adaptar una historia con humanos como La cenicienta, que esta película que no tiene ni un personaje antropomorfo, y lleva a animales tradicionales de la Sabana africana a actuar como los personajes de la obra de Shakespeare de un modo realista. La respuesta está en la palabra clave, realista.
Para saber qué se pueden encontrar en "El rey león 2019", piensen en "Las aventuras de Chatrán" jugando a ser "El rey león"; y sí, con algo – mucho – de CGI. Jon Favreau, que toma las riendas de la dirección en lugar de los clásicos de la animación Disney Rob Minkoff y Roger Allers, pone el acento en algo que ya le salió bien en "El libro de la selva"; aprovechar al máximo la tecnología del CGI para poder hacer que personajes que se vean como animales reales, actúen como humanos.
Pero en la génesis entre ambos proyectos hay una diferencia, no solamente "El libro de la selva" cuenta también con personajes humanos, es más libre y paródica en su forma, sus animales podían ser más antropomorfos(como un gorila con lentes) sin que influyese demasiado.
El rey león exigía un rigor máximo, algo que intentara capturar ese espíritu de 1994 que nada tenía que ver con lo caricaturesco. Dentro de las adaptaciones live action de Disney las hay más fieles y más libres a la película. Pero hasta ahora, ninguna había sido tan fiel como El rey león. Si la opinión unánime es que el original es un producto tan perfecto e impoluto ¿para qué modificarlo?
Casi como lo que hizo Gus Van Sant con su "Psicosis" de 1998, Jon Favreau copia plano por plano a aquella propuesta original, tratando de imitar con animales reales (o que se ven reales), lo visto en animación.
El resultado es realmente asombroso. ¿No conocen la historia? Vamos rápido. Simba es el cachorro de león del Rey Mufasa, próximo en la línea sucesoria en el reinado a la Sabana africana. Esto despierta los celos de Scar, el hermano menor de Mufasa, que traza un plan junto a las hienas para hacerse con lo que él cree le correspondía antes de la llegada del nuevo miembro real.
Muertes, traiciones, venganza, legados, romance, y el camino del héroe. Todo atraviesa la historia de "El rey león" en un relato emocionante. Quienes hayan visto la película original tendrán el placer de comparar los planos. Permanentemente se juega al desafío de los espejos, y lo supera con creces.
Es complicado despertar la misma simpatía y empatía. El cine de animación permite un colorido, y una gracia vivaz que es imposible capturar en live action sino se lo lleva hacia la caricatura. "El rey león 2019" juega con tonos más pálidos, oscuros, quizás algo más secos, pero lo que consigue es un mejor traslado del desierto, y hacer que realmente se vean a animales creíbles contando esta historia.
No se sienten como animales de CGI, aún cuando cantan (y mucho), siempre es verosímil, realista al 100%. Cada personaje mantiene su personalidad intacta, sin necesidad de recurrir a la exageración. Podemos ver en sus rostros la sabiduría de Mufasa, el resentimiento de Scar, la inocencia pícara del Simba niño, la juventud heroica del Simba más adulto, la clase de Nala, y la gracia y de Timon y Pumbaa.
El nivel de detalle y la puesta en el arte y la imagen es simplemente perfecto. Quizás los únicos personajes que se lucen un poco menos que en su original sean las hienas, pero muy poco. La historia es la misma.
Puede que su ritmo sea más lento porque hay algunos planos más largos, y porque la animación siempre posee una agilidad que las “películas tradicionales” no consiguen.
De todos modos, sus casi dos horas (media hora más que la original por esos planos más largos y algún detalle nimio) pasan volando y se disfrutan de principio a fin. Poder verla con sus voces originales (ojalá llegue con las suficientes copias subtituladas) implica apreciar un talento vocal logrado. Tanto en otorgarle personalidad, en el canto, y en respetar el espíritu original, Daniel Glover, Chiwetel Ejiofor, Alfre Woodard, Beyoncé Knowles- Carter, Seth Rogen, John Oliver, Billy Eichner, y compañía, hacen un gran trabajo.
Y volver a escucha a James Earl Jones como Mufasa es todo un regalo. Favreau ya dio sobrada muestras de ser un director prolijo en películas familiares y de aventuras. Quizás no sea de los que cuentan con marcas propias, pero su labor la cumple con mucha corrección. El rey león nunca flaquea ni pierde su rumbo.
Los más exigentes dirán que esta adaptación no se juega, que va a lo seguro, que hacer un traspaso lineal era el camino fácil del éxito probado.
Para los grandes y chicos que no vieron aquella película, para quienes gustan de las películas con animales y los musicales, o para quienes quieran revivirla en un formato de realismo vívido, esta "El rey león" ofrece un gran espectáculo que respeta al espectador. El legado sigue vivo.