Maravillosamente vacía
En tiempos de remakes, una de las más esperadas de Disney era, sin lugar a dudas, la versión live-action de "El rey león". No sería nada fácil revisionar la historia de esta película, pero a fuerza de un buen tráiler e imágenes realmente impactantes, el hype estaba bastante alto... Pero cuanto más arriba, más duro es el golpe.
La cinta es casi exactamente igual a la original. Poco empeño en modificar diálogos o situaciones, aunque claro, quizá hubiese sido una decisión errónea hacer tanto cambio. Al igual que la primera, la trama se desarrolla correctamente, con una buena construcción de sus personajes, basados en la obra Hamlet de Shakespeare. Las canciones son también las mismas, y esto me parece un acierto. Obviamente, con distintos (y tremendos) intérpretes, pero con la misma magia de la primera. Buen cast para esta versión.
De todos modos, lo más irónico es que su mayor virtud es también su peor defecto. El impresionante aspecto técnico, en el cual el director se enfrascó para hacerla lo más real posible, a tal punto en el que uno piensa que está mirando un documental de Discovery Channel, le termina jugando en contra. Se desvaneció esa esencia inocente y emotiva de la película original. Ya no empatizamos con los personajes como antes, no captamos el amor y la ternura en sus miradas como en la animada. Eso sí, visualmente es algo fuera de serie, nunca antes visto; estremece cada fotograma por la realidad que le confirieron. Pero repito, los vuelve más inexpresivos y carentes de emoción. Lo mismo sucede con la comedia. Ya no son tan histriónicos y esto los deja más chatos.
En síntesis, "El rey león" no es una mala película, sino una fotocopia de extrema calidad de la anterior, en donde, por mejor que se vea, uno siempre va a preferir la original. Y en este caso, no es solo por el hecho de ser la que nos enamoró, sino también por la ausencia de sentimiento de la copia.
Puntuación: 5,5/10
Manuel Otero