¿QUÉ ESPERABAS? ¿CABEZAS GIRANDO Y SOPA DE ARVEJAS?
¿Cuanta expectativa puede generar en estos días una película sobre exorcismos? Es una época en la que el sub-género de los poseídos viene en franco decaimiento, marcado por la perdida de la sorpresa y el terror que infundía la presencia demoníaca en épocas pasadas. Muestra de esto son películas francamente malas como El EXORCISMO DE EMILY ROSE (2005) o EL ÚLTIMO EXORCISMO (2010), sin hablar de la impresentable precuela que intentaron hacer de EL EXORCISTA (1973), que mal o bien terminaron siendo nuevas versiones de la película iniciática de los ’70. Ninguna aportó nada nuevo a lo ya conocido ni elementos que merecieran alguna distinción por sobre la obra de William Friedkin. Llegados a este punto EL RITO (¡Por fin un nombre traducido textual!) presentaba como novedad y potencial punto alto la presencia de un nombre de jerarquía, algo que brilla por su ausencia en las anteriores producciones sobre el tema. El nombre y la figura de Anthony Hopkins no pasaron nunca desapercibidos en la promoción previa al estreno de la película.
Llegados a este punto la pregunta sería: ¿Logra Hopkins revertir esta tendencia con las películas de posesión satánica? La respuesta es simple: (repique de tambores) rotundamente no.
Siendo totalmente objetivos la película no presenta errores en su realización, utiliza los elementos técnicos del cine a la perfección y dosifica muy fluidamente su narración intercalando los sucesos en el presente que vive el joven aspirante a cura Michael Kovak (encarnado por un austero Colin O'Donoghue) con flashbacks de su infancia, con los que de a poco nos internalizamos en su historia y sus sentimientos. El director Mikaël Hafstrom logra así un relato entretenido que no aburre y mantiene al espectador expectante a la resolución de la historia (un tanto predecible pero no por eso menos complaciente).
¿Dónde falla entonces la película? A mi entender los puntos bajos se apoyan en dos situaciones fundamentales. En primer lugar las actuaciones del reparto en oposición a Hopkins. Hay que decir que el otrora Hannibal Lecter logra una personificación excelente, llevando sobre si una gran parte de la carga emotiva de la película. El padre Lucas se muestra como un personaje ambiguo, con una cuota de oscuridad y un tanto impredecible; un personaje hecho a la medida de Hopkins. Lamentablemente el resto del reparto no logra ponerse a su altura quedando en evidencia esta abismal diferencia en las (muchas) escenas que comparten el padre Lucas y Michael. Aquí O'Donoghue resalta por su inexpresividad que, si bien puede que sea impartida desde el guión, queda demasiado en evidencia frente a la gran fuerza expresiva de la interpretación de Hopkins. Finalmente el rol de protagonista de la película cambia de personaje quedando Michael relegado a acompañar la evolución del padre Lucas. De más está decir que el resto del elenco (encabezada por Alice Braga) cumple con actuaciones decididamente malas. Factor que juega muy en contra al film, sobre todo con Angeline (Braga) quién participa de las escenas del clímax con una interpretación tan pobre que asusta.
El segundo punto (infinitamente más subjetivo) es el hecho de que ésta película no puede (o no quiere) despegarse del bagaje cultural que históricamente poseen las películas de posesiones y exorcismos. Ya desde EL EXORCISTA en 1973 (e incluso con antecesoras) esta nueva rama del terror tenía un fuerte contenido conservador religioso inmerso. Películas donde la ciencia fallaba y el poder de Dios terminaba por solucionar los problemas. Esto traído a nuestros días resulta en una película que termina por molestar a cierta parte del público por su contenido deliberadamente evangelizante. Finalmente, y esto ya es personal, EL RITO peca de pretenciosa al querer marcar una época y despegarse de sus antecesoras. El título de esta crítica es un diálogo de Hopkins en clara alusión a EL EXORCISTA. Claro que minutos después tenemos las cabezas y los cuerpos retorciéndose (¡Infaltable!) y demás elementos que hermana a la película con sus antecesoras. Sin contar con detalles decididamente copiados a la película de Friedkin (¿una joven levantándose la pollera y gritando “¡Viólame!”? ¡¡Vaaaamoooooooooos!!) incluyendo una banda sonora que recuerda al clásico Tubular Bells de EL EXORCISTA.
En suma EL RITO es otra película dramática (terror evidentemente no es) sobre un cura que pierde la fe (¿cliché? Naaaah) y la recupera mediante un evento que le acomoda las ideas. Mensaje final: el Diablo existe, pero menos mal que está Dios para sacarnos las papas del fuego.