Cine norteamericano, cine de acción, Los Ángeles, robo a bancos. Este es el contexto, y la tradición, donde hay que ubicar a El robo perfecto, dirigida por Christian Gudegast y protagonizada por Gerard Butler.
El filme se inscribe en esa tradición de películas de bajo perfil pero con innegables aspiraciones mainstream y repletas de actores secundarios, cuyo destino final es la televisión por cable o el colectivo de larga distancia.
La historia presenta a dos bandos. Uno está integrado por policías; el otro por ladrones de bancos. Los primeros tienen que atrapar a los segundos. Mientras tanto se estudian, se observan, se persiguen, se amenazan, se desafían. Lo importante no es tanto la consumación del atraco como los momentos previos y cuando estalla la balacera y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
El robo perfecto parece pertenecer a otra época, y no sólo del cine sino de la Historia, ya que en todo momento esquiva la corrección política reinante en el Hollywood actual. El director logra así un filme con el espíritu y el look de las películas analógicas de acción de las décadas de 1980 y 1990.
Christian Gudegast hace una oda a esos tipos de películas de robos a bancos con personajes duros. Y es también un homenaje a Los Ángeles, ciudad que atraviesa cada plano con su particular luz, con sus puestas de sol únicas, con su color crepuscular característico, sus calles y edificios inconfundibles. Los Ángeles es la gran ciudad del cine norteamericano de género.
Quizás peque de excesivamente larga, pero la duración no se siente tanto gracias a su ritmo y a su buen manejo de la tensión. Lo malo es que la música de Cliff Martinez está un poco desaprovechada. Tampoco cuenta con una escena memorable. Sin embargo, el resultado es un aceptable ejercicio de un cine en extinción.