En su tercer largometraje, luego de “La huella en la niebla” y “Diamante”, Emiliano Grieco con “EL ROCIO” plantea abiertamente un cine de denuncia: la historia que vive la protagonista, es sólo un ejemplo de entre las muchas historias de los habitantes de poblaciones rurales cercanas a las fumigaciones con agrotóxicos - que obviamente van a favor de la producción pero en el detrimento de la salud de la gente-.
Fernando “Pino” Solanas ya lo había abordado en forma documental en su trabajo “Viaje a los pueblos fumigados” y en este caso, Grieco lo toma como disparador para una narrativa de ficción pero que claramente tiene su base en los casos de la vida cotidiana que se han presentado en cualquiera de esas localidades.
Sara (Daiana Provenzano) tiene un primer acercamiento con un médico del lugar (Tomás Fonzi) por un accidente doméstico del cual su pequeña beba sale casi milagrosamente indemne.
Pero luego, deberá consultarlo por ciertos problemas respiratorios que su hija presenta, totalmente emparentados con los temas de las fumigaciones que se realizan en las cercanías: la situación se torna cada vez más delicada y será imprescindible que viaje a tratarla a Buenos Aires, a pesar de su precaria condición económica y la total falta de apoyo por parte de cualquiera de las instituciones que debiesen hacerse cargo.
Así como recientemente, en el film boliviano “Muralla”, acompañábamos el derrotero de un padre que hacía hasta lo imposible para poder salvar la delicada vida de su hijo que se encontraba hospitalizado esperando ser trasplantado, empujándolo irremediablemente a llegar a situaciones delictivas como para poder generar los fondos necesarios para solventar todo tipo de tratamientos.
Sara entonces comenzará a contactarse con viejos conocidos que la utilizarán de “mula” para que en su viaje a Buenos Aires pueda llevar “mercaderías” y de esta manera, ella podrá costearse el viaje y los gastos que involucran el tratamiento de su hija.
Si bien el relato que plantea Grieco en su film se construye en un terreno enteramente ficcional escrito por Bárbara Sarasola Day, los puntos de contacto con el conocido caso de Antonella son múltiples y permite comenzar a tratar el tema en pantalla y visibilizar la lucha silenciosa de pequeñas organizaciones que han surgido sobre todo en la provincia de Entre Ríos como la Coordinadora “Basta es Basta” que lucha en forma permanente contra las fumigaciones indiscriminadas y el uso de herbicidas como el glifosato, de alta toxicidad.
La trama no solamente encara el tema de la lucha de una madre completamente sola frente al sistema, sino la desprotección que se plantea desde el aparato estatal más las subtramas que deben abrirse a partir de la necesidad de juntar dinero para emprender el viaje y costear el tratamiento.
Es así que el guión trabaja a dos bandas, tanto desde el cine de denuncia de un tema tan grave como éste, como así también la temática del narcotráfico y la violencia de género. Es quizás en ese momento donde “EL ROCIO” deja demasiados flancos abiertos y pierde la contundencia y el eje en el drama que había planteado desde el inicio, para nutrirse con algunos momentos de thriller que dispersan, en parte, el eje fundamental de la historia.
Acierta en la presentación del personaje de Sara, su fortaleza y su valentía para poder ponerse en contra de las corporaciones tan poderosas, alzar la voz a favor de todos los que sufren este flagelo y no son escuchados y romper ese manto de silencio que aparece en las provincias y poblaciones damnificadas.
El perfil de denuncia que transmite en la temática elegida es de por sí una novedad dentro del cine nacional, poniendo en juego un tema que no se ha visto en pantalla y del que no se ha hablado más que a nivel periodístico y en el que se sabe que están involucrados diversos actores tanto de la política nacional y provincial, como del empresariado y profesionales vinculados con la agricultura que prefieren acallar el tema por completo.
Narrarlo desde la ficción, incorporándolo a la historia, es un aspecto positivo aún cuando el guión se empeña en subrayar y explicar en varias ocasiones, lo que ya queda explicitado desde las primeras escenas.
La destrucción del ecosistema por medio de los desmontes, la soja, los agroquímicos, manipulaciones genéticas en las explotaciones agrícolas y la destrucción de los pequeños pueblos, son temas que no aparecen con frecuencia en los medios y que de alguna manera “EL ROCIO” los expone y saca a la luz.
Daiana Provenzano tiene un protagonismo absoluto dentro de la historia y con herramientas nobles intenta darle fuerza a esta Sara que es puro coraje y rebeldía frente a un sistema que la excluye violentamente y logra en todo momento transmitir esa seguridad que la impulsa, aunque en ciertas escenas cueste sostener la credibilidad y algunos diálogos pierdan ductilidad y suenen demasiado forzados.
Pero cuenta con un elenco de secundarios de primer nivel que la acompañan en la historia, con un buen lucimiento de Tomás Fonzi como el médico del pueblo, Lorena Vega como la médica que les dará ayuda en la Capital Federal y la participación de Eva Bianco como su madre, que demuestra que para una gran actriz no hay pequeños papeles.
Aún con los reparos que puedan presentarse frente a las derivaciones algo caprichosas que toma el guión en la segunda mitad del filme, “EL ROCIO” presenta valientemente un tema sumamente importante, muy poco transitado en la ficción nacional.