El amor versus la monarquía
Con bastante retraso llega el segundo largometraje escrito y dirigido por Madonna, aprovechando el desembarco de la diva del pop en la Argentina para ofrecer sus dos conciertos en River.
La película, que cuenta con un guión suyo junto a Alek Keshishian (realizador del documental A la cama con Madonna) recrea la historia del encuentro entre la divorciada norteamericana Wallis Simpson (Andrea Riseborough) y el rey Eduardo VIII (James D'Arcy), que decidió abdicar a la corona británica por el amor que le profesaba a esa mujer.
El romance del siglo (W.E.) envuelve a los personajes en una atmósfera que no descuida nunca los climas dramáticos y violentos, mientras alterna con imágenes de archivo en blanco y negro y expone cierto tono de video clip. Un amor imposible que quiebra reglas es el tema ideal para que Madonna lo plasme en pantalla.
El acierto de la película reside en las dos historias paralelas que plantea. Por un lado, el relato de un amor ocurrido hace más de seis décadas que alimentó el escándalo a nivel mundial y, por el otro, una visión moderna de una Wally (Abbie Cornish, la intérprete de Sucker Punch: Mundo surreal) que vive en Nueva York y está obsesionada con la figura de Wallis Simpson.
El film es rico en contrastes, en anacronismos y enfrenta (en la escena final) a dos mujeres que quizás vivieron en la época equivocada. La Wallys actual es engañada y golpeada salvajemente por su marido y encuentra el apoyo en un agente de seguridad ruso que le abre un nuevo mundo.
La mirada de Madonna resulta oportuna, envolvente (aunque a la película le sobran varios minutos) y polémica, pero es el mejor trabajo que ha dado para el cine a través de una cámara que se introduce lentamente en vidas ajenas y en otras realidades. No es la "película del siglo" pero impone su marco fastuoso y deja a la vista los pliegues de los simples mortales.