Madonna dirige (y no es su primera pelicula) una versión del romance entre Wallis Simpson y Eduardo VII, que es a su vez vista por una joven contemporánea (más o menos, de mitad de los 80 más bien) como una especie de “guía” para sus propios problemas de pareja. El resultado es desparejo pero no cabe duda de que la cantante-productora-actriz-realizadora toma del asunto histórico solo el tema de la independencia femenina. Y en ese sentido, el film funciona casi como un cuento de hadas.