El prejuicio de decir "es una película de Madonna" escapa instantáneamente al momento de mencionar W.E., el flamante segundo opus directorial de la cantante pero el primero de sus largometrajes. Quizás sin el hecho de destacar que dicha película es de la propia autoría de la estadounidense, la oportunidad de ver este drama romántico y totalmente almibarado sea bastante prudencial. Incluso si dicho detalle hubiese pasado desapercibido a la hora de presentar la película, la opinión de muchos no se hubiese sentido tan parcial, pero si hay que mencionar un detalle es el ojo especial que ella tiene para filmar un producto más que decente, al que le falta más de una pulida para convertirse en algo especial y fuera de lo común.
Claramente W.E. es una gran pancarta de amor de la propia directora hacia la controversial figura de Wallis Simpson, una norteamericana que logró robarle el corazón al futuro monarca inglés Eduardo VIII y todos los problemas que le trajo aparejado a la pareja al verse inmersos en un escándalo de proporciones mundiales. La visión de la historia entonces es contada en dos líneas temporales: la de Wallis y Eduardo en 1936 y en 1998 por la joven Wally y el guardia de seguridad Evgeni. Como punto de equiparación, la subasta de objetos de los Duques de Windsor actúa como catalizador de que las líneas se entremezclen y se apoyen una a la otra para llegar a la tediosa meta final de las dos horas de metraje. Claramente a W.E. le sobra bastante celuloide y la capacidad narrativa de Madonna solo es efectiva en una dosis más pequeña, más asequible.
La película tiene romance, mucho romance; es la historia de una mujer que fue contra la corriente y le costó absolutamente todo, y sólo el amor profesado por su amado la ayudó a salir adelante. Por su parte, en el presente, Wally es una joven que anhela ser amada con todas sus fuerzas y su marido es una figura ausente, y he aquí el porqué se sustenta tanto con el "romance del siglo" para lograr finalmente que el amor entre en su vida. Para ser un film que busca reivindicar totalmente a la figura de Wallis Simpson, Madonna jugó mucho con la credibilidad de la historia y en ciertos pasajes es demasiado evidente la fuerza en la que se hace el hincapié para que Wallis agrade y se sienta empatía por ella. Durante gran parte este funciona por medio del carisma y gracia de Andrea Riseborough, apoyada soberbiamente por la joven Abbie Cornish, dando momentos muy atractivos entre las dos cuando sus historias se cruzan en un cuestionable pero interesante recurso fílmico. Los caballeros que las acompañan funcionan también, pero el Eduardo VIII de James D'Arcy no tiene tanta química con Riseborough como sí la tiene Oscar Isaac con Cornish en la historia que transcurre en la actualidad.
W.E. es hermosa, tiene una reconstrucción histórica impecable y un buen elenco, pero su larga duración y su falta de foco narrativo pueden ser letales para el espectador, aunque si se tiene en cuenta que Madonna es nueva en todo esto, se le puede perdonar que todavía no haya logrado controlar su ojo para el cine. Aún así, es un esfuerzo más que loable de su parte; será cuestión de ver como evoluciona su lado cinéfilo.