Conurbano interior
José Celestino Campusano traslada su cosmovisión del segundo cordón del conurbano bonaerense, con sus códigos, rostros y dialectos, a la Patagonia Argentina, donde se reiteran circunstancias de violencia y corrupción que afectan a los personajes.
El Sacrificio de Nehuen Puyelli (2016) comienza como una película coral: por un lado tenemos la historia de Nehuen Puyelli, de origen mapuche, sanador espiritual cuya filosofía es rechazada y repudiada por el resto de la sociedad. Al relacionarse con el hijo adolescente de una mujer con contactos políticos, es condenado a prisión donde se encuentra con Ramón Arce, un presidiario al cual le quedan pocos días en el penal. Alrededor de ellos circula una serie de personajes con quienes deberán lidiar: guardias, funcionarios y otros presos. La situación se complica cuando ingresa a la cárcel el despiadado kapanga de una estancia, contratado para hostigar a los peones rurales.
Estamos frente a un melodrama carcelario tanto dentro del penal como fuera de él. Campusano plantea el territorio de manera laberíntica, al concebirlo como espacio de encierro para sus protagonistas. El entorno funciona de manera hostil, generando una tensión latente en los personajes ante la suma de injusticias sufridas que desembocan en la tragedia –desde el título- que les depara la sociedad.
El director de Fantasmas de la ruta (2013) reposa su mirada una vez más sobre los condenados del sistema, seres provenientes de clases bajas que llevan las de perder en una sociedad que los expulsa culturalmente y genera la inevitable reacción violenta. En el paisaje patagónico se suman los “paisanos” y los pueblos originarios a su discurso sobre los desvalidos. En el medio hay algunas situaciones maniqueas en la representación de “buenos” y “malos”, pero es desde el punto de vista de tales personajes que el realizador expone su conocimiento del tema, justificando así ciertas configuraciones peyorativas del director del penal por ejemplo, a esta altura iconos distintivos de su cine.
El Sacrificio de Nehuen Puyelli es un paso adelante en la filmografía del responsable de la productora CineBruto. La narración es mucho más fluida que en producciones anteriores -sumada la compleja variedad de historias de esta oportunidad- que ayuda a reforzar su discurso sólido y concreto sobre su temática predilecta. Es notable el diseño de los movimientos de cámara (dentro y fuera del penal en cuanto a la sensación de encierro) y la ejecución de la puesta en escena que impone una visión infalible del director sobre aquello que pregona. Sea en el territorio que sea.