Prolífico y visceral, el cine de José Celestino Campusano fue una las apariciones más estimulantes dentro del panorama local de los últimos diez años. A lo largo de su filmografía -compuesta por nueve títulos-, el director oriundo de Quilmes supo pintar como pocos un conurbano bonaerense en carne viva, con escenarios y personajes propios. Tras un fallido intento de retratar otros universos (Placer y martirio, de 2015, donde hacía mella en la clase alta porteña) y una rápido retorno al terreno conocido (El arrullo de la araña, también del mismo año), Campusano sitúa su nueva propuesta en la Patagonia rionegrina, en una región al pie de la Cordillera de los Andes, e indaga en problemáticas tales como la identidad indígena, el abuso terrateniente, la justiciay los códigos carcelarios.