Querella ancestral
En su último film, El Sacrificio de Nehuén Puyelli (2016), el realizador José Celestino Campusano regresa a la marginalidad tras su mirada de las clases dominantes en Placer y Martirio (2015) para adentrarse con una mirada alegórica en una historia de violencia alrededor de una cárcel patagónica de mínima seguridad.
Nehuén Puyelli, un curandero mapuche de un pueblo de la Patagonia, es arrestado acusado de practicar ilegalmente la medicina y llevado a un penal como consecuencia de su relación homosexual con un joven de clase alta menor que él. La madre del muchacho utiliza sus contactos políticos para que Nehuén sea procesado y así alejarlo de su mimado hijo con problemas de sociabilidad, en una espiral de venganza que se remonta a la época de la subyugación de los mapuches, la conquista española, las guerras con los tehuelches y las campañas de exterminio desde Roca a la última dictadura.
En la cárcel, Nehuén encuentra en Ramón Arce, uno de los líderes de la prisión, a un aliado que lo protege a cambio de proveerle una dirección en la zona y asilo en la casa de su madre, de modo que pueda salir de la cárcel durante el día (un privilegio para presos a los que le queda poco tiempo de condena).
El Sacrificio de Nehuén Puyelli recorre alternadamente las historias de varios personajes cuyas vidas están signadas por la violencia, para confluir en relatos disciplinadores alrededor del sistema penitenciario argentino para compararlo con las narraciones sobre el pueblo mapuche a través de la supervivencia de las tradiciones, la historia reciente y el difícil presente.
Con sus historias sobre el mundo popular, Campusano actualiza con su ideal de cine los debates alrededor del realismo cinematográfico, una quimera en la que el neorrealismo italiano, el realismo socialista y el cine directo -entre los movimientos más destacados- han discutido largamente en interminables controversias, que salpican gran parte de la historia del cine social.
Con una estética descarnada y actores fuera del circuito cinematográfico mediático que ya habían trabajado en El Perro Molina (2014), el director y guionista construye en esta oportunidad una radiografía de la violencia social en el sur de la Argentina sin juzgar a sus personajes, con una mirada que se centra en los conflictos culturales pero sin descuidar los conflictos de clase que surgen.
El nuevo opus de Campusano recorre, despojándose de prejuicios, los espacios de incomodidad de la sociedad opulenta actual. La corrupción judicial, el abuso policial, la violencia social y de clase de parte de los estancieros y capataces en el sur sobre los peones y las reglas de convivencia carcelaria son algunas de las cuestiones que El Sacrificio de Nehuén Puyelli trabaja como un ejercicio comunitario en que los actores buscan, a través del realismo, la reconstrucción de las instancias de lo real. De esta manera, Campusano propone a la violencia como verdadera regla de comportamiento en comunidad en la sociedad actual contrapuesta a la visión cósmica mapuche, en una alegoría maravillosa en la que la dialéctica encuentra su síntesis.