El derecho de ser mujer
Dirigida por Rodrigo García, El secreto de Albert Nobbs (Albert Nobbs, 2011) se adentra en la vida, las pasiones y las ilusiones de una mujer oprimida por la sociedad en la que vive, pero que devela su necesidad de disfrazarse y cambiar su identidad además por a una situación traumática del pasado. Glenn Close encarna uno de los papeles más jugados y osados de su carrera y se convierte así en lo mejor de la película.
En la Irlanda del siglo XIX, una mujer (Glenn Close) debe hacerse pasar por hombre para poder sobrevivir. Pero luego de varios años, se encuentra atrapada en la mentira de la cual ya no sabe, o no quiere, salir. La situación se vuelve más complicada cuando se obsesiona e involucra emocionalmente con una empleada del hotel en el que trabaja como mesera, cayendo así en un triángulo amoroso.
No es casual que Close haya sido nominada al Oscar y al Globo de Oro por este personaje. Y debió ser difícil comportarse, vestirse y hablar como un hombre, además de llevar ese corset opresor de libertades. El espectador logra dejar atrás a la mujer actriz y le cree y la sitúa como Albert, depositario de toda la carga emocional de la película.
Una historia simple pero de extremo dramatismo, que está llena de golpes bajos. Desde el amor no correspondido hasta ilusiones no concretadas y la profunda tristeza que genera en el espectador, que sufre todo lo que le pasa. Tan real como melancólico, Albert saca a relucir sus miserias y sus virtudes: un caballero con todas las letras, pero a la vez una mujer que vive como alguien que no es, ahorrando moneda por moneda con esfuerzo y con unas ganas inmensas de salirse de su cascarón para ser quien realmente quiere ser.
En el reparto figuran Mia Wasikowska y Aaron Johnson, la pareja despareja que le quita el sueño a Albert Nobbs y se destaca la actuación de Janet McTeer que también se disfraza de hombre meritoriamente.
Un argumento que trata con cuidado el tema de la identidad, las libertades y derechos de las mujeres que no podían ser independientes y con un elemento que no puede faltar: el amor. Glenn Close se lleva todos los laureles y muy merecidos. Una historia protagonizada por una actriz versátil que, con un maquillaje inmejorable, supo ponerle el cuerpo y la cara a este señor atrapado en lo más profundo de sus sueños.