En un pueblo chico las cosas que hace la gente, sean buenas o malas, se notan mucho más y dejan una marca profunda e indeleble en la memoria colectiva. Especialmente si ocurrió algún hecho luctuoso. Pero si hubo varios sucesos similares las sospechas aumentan y el silencio impera por temor, por lo tanto huir es la única alternativa para poder sobrevivir.
De eso se trata “El secreto de Julia”, un nuevo largometraje de Ernesto Aguilar que narra en formato de thriller el horroroso pasado que le vuelve a Julia (Natalia D´Alena) cuando regresa a su casa de la infancia, luego de 17 años, ubicada en un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires.
Ella odia esa propiedad y todo lo que la rodea. Actualmente vive y trabaja en la Capital, pero, como su padre falleció recientemente, debe venderla en un fin de semana.
Para realizar dicha transacción, viaja en auto a esa localidad junto a su novia Ana (Daryna Butryk), una estudiante desocupada. El amor entre ellas es genuino y se sostienen mutuamente.
Durante el primer segmento del relato el proceso descriptivo de los personajes y de la presentación de la historia es anodino porque mantiene intrigado al espectador, suponemos que hay algún trasfondo que perturba a la heredera, pero ningún conflicto rotundo se manifiesta y las escenas suceden sin un contundente fundamento dramático. Sólo suena una melodía instrumental y determinados sonidos ambiente para generar cierto suspenso, pero con eso sólo no alcanza.
Luego, cuando aparece en escena José (Santiago Schefer), un ex policía amable, junto a su hija adolescente Belén (Luciana Grasso), lo que le ocurrió de chica a Julia sale a la luz, porque se ve reflejada, como en un espejo, la relación padre e hija similar a la que tuvo ella.
Con el inquietante vecino rondando, la tensión aumenta, el dolor, la angustia, y el miedo le produce a la protagonista una tortura psicológica incontrolable. Desde que se entabla esta extraña y tenebrosa relación, la película toma otro color. Evoluciona favorablemente el manejo de los diálogos y el arco dramático del elenco. El sufrimiento que manifiesta Julia, la frialdad y pragmatismo de Ana, el poder que ejerce José, siendo el amo y señor del pueblo, y Belén que, detrás de esa disimulada dulzura y timidez esconde un gran secreto manifestándolo con silencios, miradas, y gestos posturales, compensa lo explicado anteriormente.
En tiempos de empoderamiento femenino, cuando se atreven a denunciar violaciones, violencia de género y a pedir justicia, desafiando los mandatos machistas, la idea central del film es aprovechar el momento para contar una historia afín y encuadrarse en un tema de gran vigencia y actualidad.