Justicia ciega
El secreto de Kalinka (Au nom de ma fille, 2015) narra la historia de un padre que pierde a su hija y lucha contra el mal funcionamiento de la justicia francesa para que se encierre al asesino.
Un hombre, avanzado en edad, recibe a policías en su casa. A primera impresión, parece ser un sujeto sin nada que ocultar, un profesional en la materia que desarrolla o un digno ciudadano francés. Buscando el impacto, el hombre es detenido. El film busca la sorpresa en el espectador y la clásica pregunta de guion ¿Qué habrá hecho este señor para que se lo lleven arrestado? se presenta. La duda queda latente y a partir de ahí comienza el viaje para tratar de desmenuzar que le sucedió.
El secreto de Kalinka es un film francés que se desarrolla priorizando el golpe de efecto en el público. Primero y principal con la detención de André Bamberski interpretado por el magistral Daniel Auteuil. Luego, ubicándose años atrás, con el trágico fallecimiento de su hija Kalinka. Y por último, con un vendaval de situaciones en las cuales la moral se discute y nos plantea que el protagonista en cualquier momento puede optar en hacer justicia por mano propia. El relato que plantea el director Vincent Garenq es crítico sobre la justicia francesa, ubicándose como detractor de este sistema. Garenq realiza una obra dinámica, explorando treinta años en la vida de este hombre que, tras semejante desgracia, no baja los brazos.
Este año, tuvimos el estreno de un film desarrollado en Francia que, pese a no brindar un relato dramático profundo, nos indicaba que tanto la policía como la justicia de este país europeo se encuentra en un estado de contaminación. Este film se trata de Atentado en Paris (Bastille day, 2016) y, por más de que sea una obra de acción, su postura crítica al país es notoria. El secreto de Kalinka no se queda atrás y ataca a toda la estructura de justicia por no condenar efectivamente a este asesino llevado a cabo por Sebastian Koch. Rememorándonos a El Secreto de sus Ojos (2009) y su estructura de “historia de la no justicia a lo largo de años”, el film francés enmarca un sufrimiento insostenible y admirable. El guion da en el clavo al ubicarnos en cada uno de los años en los cuales transcurre la historia y, en vez de quedar confuso, clarifica gracias al aspecto físico y psíquico de los protagonistas.
Sin ambicionar ni pecar de arriesgado, Vincent Garenq desarrolla una correcta obra que se sostiene a lo largo de sus casi noventa minutos de duración. El film es prolijo, los diálogos son contundentes y dejan poco a la libre interpretación del espectador. La película no busca generar suspenso con lo sucedido por la muerte de Kalinka, si no que hace hincapié directo en el drama que vive André Bamberski. El interrogante ahora es otro: ¿Cómo hizo André para sobrellevar tanta injusticia? Acomódense con un par de pañuelos descartables y aprecien los agujeros del sistema judicial mundial.