Engáñame una vez
El seductor (The Beguiled, 2017) no es exactamente una remake de la película del mismo nombre de 1971 sino una nueva adaptación del libro que la inspiró. Si la original trataba sobre “el deseo básico de las mujeres de castrar a los hombres” - palabras del director Don Siegel - la nueva versión trata sobre el deseo básico de los hombres de engañar a las mujeres. Señal de los tiempos.
En realidad el título original en inglés se traduce literalmente como “el engañado” o “los engañados”, y bien podría referir a todos los personajes de la trama. La traducción sugiere que el engaño es perpetrado por el epónimo seductor, ¿pero en qué medida depende del autoengaño de las mujeres que pretende seducir?
De entrada la tipografía del título - una cursiva ilegible y color rosada - evoca las novelas románticas de Danielle Steel o Barbara Cartland. La premisa también: en medio de la guerra de Secesión, una niña que pasea por el bosque recolectando hongos encuentra un soldado herido y lo refugia en un seminario para jovencitas. El bello, malherido y probablemente heroico McBurney (Colin Farrell) inmediatamente llama la atención de la directora Martha (Nicole Kidman), la maestra Edwina (Kirsten Dunst) y sus cinco alumnas, entre ellas la ávida ninfa Alicia (Elle Fanning).
Al empezar, el conflicto es una cuestión de principios: un soldado yanqui no debería ser albergado por sureños, mucho menos en un colegio de mujeres. ¿Cómo romper la disonancia cognitiva? Una de ellas sugiere atenderlo en el nombre de “la caridad cristiana”. Una vez curada la herida, deciden retenerlo - probablemente moriría camino a prisión, ¿no? Y de repente el jardín del seminario se ve tan desahuciado que le hace falta un jardinero, ¿verdad? Etcétera.
La primera mitad de la película nos pone del lado del “seductor”, un tipo taimado que sabe interpretar el papel que cada mujer desea. Nomás con intercambiar miradas con cada una de sus musas se pone a interpretar el papel de amigo, confidente, víctima, romántico, héroe trágico. No parece tener una meta concreta salvo la de obedecer un instinto que lo lleva en todas las direcciones posibles.
La situación es obviamente insostenible y a mitad de la película hay un giro abrupto en el tono y la perspectiva de la historia, que muta de una fantasía romántica a un thriller gótico. El cambio fluye perfectamente, porque podemos rastrear todos los elementos del desenlace hasta los primeros minutos del primer acto, que establecen sutilmente todos los temas y recursos que van a impactar en la trama.
Escrita y dirigida por Sofia Coppola (sobre la novela de Thomas Cullinan), El seductor es una pequeña película con buenas actuaciones y diálogo exacto y astuto. En otro contexto “pequeña película” sonaría condescendiente, pero con hora y media de duración, ambientada en una única locación y con un minúsculo elenco de ocho personajes, El seductor parece construida con la meticulosidad y la sabiduría de un buen cuento corto.