Sofía Coppola vuelve al ruedo luego de su película menos popular (The bling ring, 2013). Y aquí nos deleita con lo que mejor sabe hacer: un relato intimista con mujeres como protagonistas.
Primero hay que entender el rol de la mujer en la guerra de secesión de Estados Unidos y que se quedaban solas mientras sus maridos, hermanos, padres e hijos iban a combatir. Más aún en zonas rurales.
Esta película se sitúa en el sur, donde residían los más conservadores, los que estaban a favor de la esclavitud y que luego terminaron perdiendo.
Es en ese contexto donde un soldado del norte cae en un Instituto/colegio de mujeres y causa una verdadera revolución en cada una de ellas.
Con edades diferentes, se aborda la sexualidad y la represión de la misma en todos los personajes.
Desde una tierna infancia, pasando por hormonas adolescentes hasta llegar a un amor y deseo por soledad.
Coppola vuelve a demostrar su gran talento en la dirección actoral porque cada una de las actrices trasmite algo diferente.
Y el hombre pasa de persona a objeto y luego amenaza. Tres puntos de quiebre desde lo narrativo muy marcados.
La directora se agarra de sus sellos característicos para dar forma a la película: miradas que hablan, pausas y silencios pronunciados.
El elenco está genialmente constituido por Nicole Kidman, Kristen Dunst (tercera colaboración con Coppola) y Elle Fanning. Tres edades y motivaciones diferentes.
En el medio de ellas y las otras actrices se encuentra Colin Farrell, en un papel que va mutando.
Pero siempre lo vemos desde la perspectiva de ellas, lo que me parece otro gran acierto.
Un estallido, una sorpresa, y un contra giro. Todo confluye en un gran final que te deja reflexionando al igual que la gran mayoría de las películas de Sofía Coppola.
No es su obra cumbre ni de cerca pero tiene ese “algo intangible” de su arte que es muy apreciado por quienes gustan de su cine tal como es mi caso, u odiado por sus detractores.
El seductor es una muy buena película, de esas que dan para análisis y reflexión.