Para hacer bien el amor, hay que venir al sur…
Es 1864, y la Guerra Civil de Estados Unidos viene rugiendo desde hace ya tres años. En un frondoso bosque del sur, una niña en busca de hongos se encuentra con un herido soldado del norte llamado John McBurney. Ella lo lleva al internado de señoritas donde ella estudia, y en el que vive junto a las dos instructoras y otras cuatro alumnas de distintas edades. Las diferencias entre la lealtad al norte y al sur empiezan a desaparecer paulatinamente con la atracción de todas estas damas hacia este caballero, que las llevará a hacer cosas impensadas.
El guión de El Seductor es bastante fluido, sin vueltas y al punto, aparte de resolver casi siempre las situaciones dramáticas de forma visual. La narración está marcada por una tensión sexual que se palpa prácticamente desde el momento que McBurney es depositado en el sillón, y esta no frena hasta el desenlace.
Cabe aclarar que si bien el personaje masculino aporta lo suficiente para ser reconocido como el título lo presenta, la seducción que se vehiculiza y cautiva en la película es de las mujeres que habitan el internado. Va a haber momentos donde es probable que se suelten unas risitas, pero son risas más de la ironía que resulta el apreciar cómo la virtud exigentemente impuesta en estas damas va dando lugar paulatinamente al deseo: comenzando por pequeños detalles y progresando a acciones un poco más intensas que esta película lleva hacia agresivas consecuencias.
En materia actoral, Colin Farrell entrega una interpretación creíble y vulnerable como el soldado herido. Nicole Kidman se prueba efectiva como la directora del internado, siendo de destacar aquellas instancias donde uno puede ver el deseo de su personaje más allá de la rectitud en donde está enmarcado. Kirsten Dunst es toda una revelación, ya que sale airosa en la encarnación de un personaje reprimido y desexualizado; a contrapelo de los roles que habitualmente le toca encarar.
En materia visual la dirección de Sofia Coppola hace uso de una gran economía de planos y un ritmo fluido en el montaje. Hay fotogramas que son dignos de colgar en la pared por la manera en que distribuye los elementos para la composición de cuadro.
Existe un prolijo trabajo de dirección de arte y vestuario. La película empieza con las protagonistas vistiendo tonos claros, y desde que aparece McBurney el azul se va metiendo lentamente en su vestir. Partiendo de pequeños detalles como una pequeña cinta, para terminar extendiéndose hasta el vestuario completo. Una manera muy sutil de denotar la influencia que la presencia de McBurney tiene en sus vidas.
No obstante, le encuentro dos pequeños tropiezos: Primero, algunas escenas son levemente oscuras, y Segundo, la transición al tercer acto, aunque lógica, es presentada de forma abrupta; como que el espectador apenas está asimilando lo que vio y ya le tiran el desenlace.
Conclusión:
El Seductor es una narración directa, clásica incluso, que maneja bien la tensión. Donde las imágenes dicen más que mil palabras y son apoyadas por interpretaciones que con mucha sutileza expresan una gran intensidad. Una propuesta más que disfrutable.