Definiría a Sofía Coppola como la directora de paneos, sus panorámicas tienen una fuerza de sentido, una intención en el movimiento de la cámara, una dirección de la mirada que hacen que sus películas sean absolutamente personales; con sus planos Coppola descubre paulatinamente una imagen, para quedarse allí segundos, transmitiendo una armonía y belleza que encandila. Así lo hizo en su opera prima, Las vírgenes suicidadas o en la gran Perdidos en Tokio; en ambas los paneos se suceden logrando una mirada personal acerca de dos historia que tienen como eje la soledad y la búsqueda irremediable – trágica en Las Vírgenes Suicidas– de ser amados.
En María Antonieta – la reina adolescente, su tercera película, Coppola deja la solemnidad, y cuenta la historia de la reina María Antonieta en versión pop, las panorámicas de Krinsten Dunst (María Antonieta) corriendo por sus dominios –su casa de campo dentro de Versalles – al ritmo The New Order y The Strokes construyen una biopic ecléctica y jovial.
En Somewhere, su anteúltima película, Coppola deja atrás la alegría de María Antonieta y resignifica la nostalgia de Perdidos en Tokio; Jhon Marco (Stephen Dorff), al igual que el personaje de Bob Harris (Bill Murray), transita el mundo de Holywood -ambos interpretan a actores en decadencia- de manera esquiva y sórdida; en ambas se percibe el mundo de la fama, desde adentro hacia fuera, desde “el famoso” hacia el mundo que lo rodea. Existe una fascinación manifiesta de Coppola por el mundo de las celebridades, por mostrar de alguna manera el backstage de la fama o de personas que resultan populares.
En Adoro la Fama, película que defendí en su momento, Coppola toma un artículo de la revista Vanity Fair en donde la periodista Nancy Jo Sales, relata las peripecias -basadas en un hecho real- de un grupo de adolescentes que enceguecidos por el mundo de la moda y de las celebridades comienzan, casi como un juego, a vulnerar la seguridad de las mansiones de los famosos, para robar carteras, zapatos, vestidos, perfumes y joyas. Los paneos de los closet de las famosas son increíbles; ver en primerísimo primer plano la fila de zapatos de Loubotin de Hilton o las carteras de Louis Vuitton de Lohan emboba a cualquier espectador que gusta del mundo de la moda, porque lo genial de Coppola es que no siente vergüenza en mostrar, en todo su esplendor, lo banal y frívolo de la moda, pero además la directora usa el humor sarcástico.
Pasión Femenina
La cámara desciende desde los cielos a un camino frondoso, con lentitud, las copas de los árboles son contempladas con sabiduría poética, el admirado horizonte va descendiendo como una metáfora de lo que sucederá en la historia. La nueva adaptación cinematográfica de The Beguiled, basado en el libro A painted Devil de Thomas P. Cullins, tiene el elenco perfecto y la directora perfecta para su transposición. Sofía Coppola, hábil, con la intuición exacta para mostrar un universo femenino en donde las mujeres seducen, tienen fantasías y quieren consumar sus deseos. Coppola pone a Colin Farrell como “EL SEDUCTOR” (Sí con mayúscula sostenida) quien per sé es uno de los actores de Hollywood más atractivo, además de ser un actorazo. Farrell interpreta a Jhon Mc Burney un soldado que cae herido, durante la Guerra Civil estadounidense, en una casa de “señoritas”, comandadas por Miss Martha (extraordinaria Nicole Kidman).
Este hombre interrumpe y se planta en este mundo comandada por mujeres, quienes se sienten perturbadas eróticamente por este caballero. Miss Martha salva de la muerte a este joven herido, y lo tiene en el altillo, mientras las cinco muchachas que habitan esta casa de “señoritas” se pasean por su habitación tratando de cortejarlo y Bourney se deja, todo el tiempo se deja. Coppola muestra a estas mujeres con sus vestimentas telúricas, sudadas, entregadas a Bourney/Farrell, peleando por él. Y él, entregado con su mirada hermosa, al amor histérico, intenso de estas mujeres.
Un triángulo amoroso desatará la tragedia. Sofía Coppola logra mostrar la transformación del sentimiento de la “esperanza” por tener una figura masculina cerca al resentimiento de un corazón roto. El último plano es uno de los mejores del 2017, Sofia Coppola nos entrega una película en donde todo fluye de manera sugestiva, y en donde Farrell y las chicas (como amo a Kristen Dunst, fetiche de Coppola) tienen una química que traspasa la pantalla.