Ningún calabozo y algunos dragones
Resulta redundante decir cuan de moda están las adaptaciones cinematográficas de novelas infanto-juveniles desde hace ya varios años. Por cada Harry Potter y la piedra filosofal (Harry Potter and the Sorcerer's Stone, 2001) obtenemos a cambio unas cinco La brújula dorada (The Golden Compass, 2007) que pasan sin pena ni gloria por las taquilla, en un intento en vano de sacar provecho a un sub-género que llegó a un punto de saturación tal que debemos plantearnos seriamente darle un merecido descanso en los próximos años.
El séptimo hijo (Seventh Son, 2014) es una adaptación de la novela El Último Aprendiz, primer tomo de la saga del escritor británico Joseph Delaney. La saga original esta compuesta por trece novelas, podrán imaginarse lo tentador de llevar esta historia al cine por parte de Legendary Pictures, pensando en el hipotético éxito que podría -o no- llegar a tener. Desgraciadamente todo parece apuntar hacia la opción menos feliz.
En El séptimo hijo, Jeff Bridges (sin necesidad de enumerar CV actoral) es el Maestro Gregory, último caballero de una orden mística que lucha contra seres fantásticos, brujas, monstruos y demás criaturas malvadas que acechan la tierra medieval en donde todo transcurre. Últimamente Jeff Bridges parece elegir sus roles actorales según la cantidad de bello facial y aire de vejete renegado que podría llegar a tener su personaje [para más información al respecto ver El dador de recuerdos (The Giver, 2014), R.I.P.D. Policía del más allá (R.I.P.D., 2013) o Temple de acero (True Grit, 2010)]. Ben Barnes (saga Las crónicas de Narnia) es Tom Ward, el séptimo hijo de un séptimo hijo, lo que lo convierte por derecho propio en digno aprendiz de Gregory para intentar vencer a Malkin, una poderosa bruja Interpretada por Julianne Moore que ha escapado de su calabozo y planea reunir nuevamente a todos sus secuaces para desatar una nueva era de oscuridad sobre los humanos.
La historia -sin ser necesariamente floja- no escapa de aquellos tropos explorados hasta el hartazgo dentro del género épico-fantástico, y el reparto de lujo que la conforma parece encorsetado en parlamentos acartonados sin mucho vuelo que privan a los personajes de una mayor profundidad. La producción de Legendary Pictures estuvo plagada de demoras al momento de estrenar, hace casi un año y medio que el film venía amagando con ver la luz, pero un proceso de casting en constante crisis y problemas para finalizar la post-producción junto con contratiempos con la compañía que iba a hacerse cargo de la distribución hicieron que la cinta llegue a las salas en este recién empezado 2015. Y ese tipo de problemas pocas veces suelen traer buenos augurios.
Y es tal vez esa historia sumamente familiar el mayor pecado de El séptimo hijo, que cuenta con una producción de alto nivel y un diseño de arte a la altura de las mejores del género, pero se perciben un tanto desperdiciados en un relato que no escapa del estándar. Las medias tintas definitivamente no logran que este tipo de producciones persistan en el inconsciente colectivo más allá del estreno de la próxima semana, en particular siendo que vivimos en una época en que este género nos ofrece algo nuevo constantemente, como si se tratara del dispositivo mágico de hacer chorizos más fantástico de toda la tierra media.