Todos los extremos son malos
Como acertadamente señala Ulises Picoli en su crítica de El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejercitos, la abundancia no es sinónimo de calidad pero en el caso de El Séptimo Hijo (Seventh Son) la falta de ella termina dejándonos con sabor a poco. Con esto no quiero decir que la ambientación haya sido mala o que el lookeo estilo Assassin’s Creed haya sido desacertado, sino que el marcado mito del héroe, el escaso de desarrollo los personajes, lo trillado de la trama, la falta batallas, ciudades, humanos, sangre; en fin, de épica, contribuyó a transformar una producción con mucho potencial a una película más del montón. Totalmente olvidable.
El film está basado en la obra literaria de Joseph Delaney. The Wardstone Chronicles, algo así como Las Crónicas de la Piedra Vidente, es una serie de libros (13 para ser exactos) que narran los sucesos de la vida de Tom Ward, joven destinado a salvar al mundo o destruirlo. Es evidente que con tamaña cantidad de libros, el universo creado por Delaney sea de una amplitud considerable y eso se nota en la representación cinematográfica. Vamos a encontrar espectros, apariciones, cambia pieles, bogarts, dragones, brujas y un variado y largo etc. El problema es que los vamos a encontrar de a uno, en solitario, condensados en los 103 minutos de duración. En comparación con la sextologia de P. Jackson, es una obra excesivamente modesta para lo que estamos acostumbrados.
El universo creado por Joseph Delaney es de una amplitud considerable y eso se nota en la traslación cinematográfica.
La dirección corrió por cuenta de Serguéi Bodrov, famoso por su película El Prisionero de las Montañas (1996), basado en un relato de Leon Tolstoi. El protagónico recae en Jeff Bridges, Ben Barnes, Alicia Vikander, Julianne Moore y en un fugaz cameo de Kit Harington (Jon Nieve para los amigos). Me gustaría destacar la interpretación de Jeff, muy física y repleta de magia que solo puede brindar un actor de su calibre. Barnes me gusto bastante, lejos del amanerado Príncipe Caspian. Julianne Moore, horrible.
En resumen, aunque floja y trillada, El Séptimo Hijo es una película que se deja ver. Si se la ve con un ojo excesivamente crítico puede llegar a ser una bazofia repugnante, pero si dejamos de lado ese crítico (a veces muy frustrado) que todos llevamos dentro e intentamos disfrutar la magia y fantasía de un género todavía en su adolescencia, estoy seguro que podremos apreciar lo llevadero y ameno del film, y esos momentos graciosos. Al fin de cuentas, su punto más fuerte.