Abordando una historia fuerte relacionada con dos amigas de la adolescencia, casi hermanas, El sexo de las madres se introduce en duras y controvertidas temáticas femeninas, que la directora Alejandra Marino afronta con disparidad. Ambas volverán a encontrarse en un lejano hostel campestre, un reencuentro signado por secretos muy ocultos y peligros que merodean. Serán los hijos de ellas quienes activarán ciertos resortes para que los misterios de sangre y vejación se aclaren.
Cierta buscada sensualidad en ambas madres, tal como anticipa el título, aparecen en distintos momentos del relato, lo mismo que las pistas con respecto a maternidades reales o ficticias. La historia posee cierta intriga, con un par de sorpresas en su tramo final, pero la narración y los diálogos no acompañan adecuadamente el trámite. La cineasta no opta por un final explícito, logrando ser sugerente frente a los tangibles matices truculentros que afloran en el desenlace. En las actuaciones conviven dos actrices experimentadas y sensitivas como Victoria Carreras y Roxana Blanco, que le otorgan entidad a sus conflictuados personajes, junto a adolescentes debutantes apenas convincentes como Tahiel Arevalo y Carolina Rodríguez Carreras. Un rol destacable y difícil está a cargo de Juan Carlos Di Lullo. Marino, de todos modos, mejora con respecto a la melodramática Franzie y merece un crédito para su futura realización.