Ese oscuro objeto del deseo
Podría decir que este es un filme que no se cierra, en principio por presentarse como una comedia típica, clásica, y luego explotar como moderna, cuasi futurista. Pero que en la intención de los guionistas y del director parece anclarse en el querer abarcar demasiados temas, todos de una importancia mayúscula. Además se podría decir que cada uno de esos temas que va abordando fueron, son y serán, tratados en infinidad de textos cinematográficos desde sus inicios, y cálculo que hasta que se apague la última luz.
La historia se podría considerar hasta demasiado sencilla. Una bellísima joven veinteañera se enamora de un hombre de más de cuarenta años.
Ellos configurarían la pareja imposible. Viven en mundos opuestos, fueron criados en ambientes totalmente disímiles y por conducta, acciones, pensamientos morales están en las antípodas uno de otro.
La historia de Baya Benmahmoud (Sara Forestier) esta constituida desde lo imprevisible. Hija de un argelino y una hippie francesa, se crío en la libertad absoluta, pero también en el abandono, ya que este “laissez faire” (dejar hacer, dejar pasar), tan de moda en Francia, hizo que los padres le quitarán la mirada a los hijos para no aparecer como controladores y/o castradores. Pero al mismo tiempo desprotegían su bien más preciado, los hijos, así cuando la chica es abusada ellos no podían haberlo registrado. La madre por estar ocupada en transgredir los códigos morales de la época, el padre por estar abocado a sus “obligaciones” políticas.
Él, Arthur Martín (Jacques Gamblin), tuvo otro tipo de vida y de familia. Criado en la más ultra conservadora familia, donde los silencios y los secretos son moneda corriente, y desde el punto de vista de los valores sociales de familia lo único importante, pero no en relación a las ideas políticas, bastante más cercanos a los “jacobinos” que a los “girondinos”.
Arthur trabaja como analista de epidemiologías zoológicas, principalmente con animales muertos. Parece que no hay deseo, no hay afecto, en ningún poro de su cuerpo, frío, distante, taciturno, resignado circula por la vida tan muerto como sus “pacientes”.
Baya por su parte, ante la doble vía de elaboración del duelo por el abuso de que fuera objeto cuando era niña, la pone en la disyuntiva de optar entre seducir y abusar de otros niños inocentes o convertirse en prostituta.
Elige esto último, pero sin olvidarse de los compromisos sociales y políticos dentro de los que se educo. La mezcla de ambos la determina como una abanderada de la izquierda francesa y/o mundial, al mismo tiempo que ser la última exponente defensora de “el amor libre”. Algo así como “hagámosle el amor a la guerra”, lo que sería una versión muy particular de “hacer el amor y no la guerra”. De esa manera ella intentará reformar a todos los fachos del mundo y adherirlos a la izquierda internacional.
Cuando conoce a Arthur se le caen todos los estantes y todos los preconceptos. Él no esta catalogado, eso hace que por primera vez se enamore de un hombre.
Arthur Martín (también nombre de una empresa conocida por sus cocinas) no puede resistir al desparpajo, la libertad, la alegría, al deseo, a la simpatía, a la ideología que es lo único que comparte Además podemos inferir que parte del encantamiento al que cae rendido nuestro héroe esta producido por la belleza de Baya (habría que estar ciego para no sucumbir).
Son el uno para el otro. Por oposición son otra cara del amor, lo imposible para una y la inexistente para el otro.
Toda esta mezcla esta casi íntegramente sostenida por las actuaciones. Jacques Gamblin le da el toque exacto a Arthur, los tonos, la voz, la postura corporal, el rostro y, sobre todo, la mirada. Sara Forestier por su parte tiene en apariencia un personaje menos complicado de componer, pero con su frescura y naturalidad logra superar hasta las situaciones más ridículas, todo eso que haría “no creíble” una situación, ella lo puede trabajar transformándolo verosímil.
Otro dato a tener en cuenta en el título original de la obra “Le Nom des Gens”, que significa “el nombre de la gente”, esto que nos nomina, nos da nombre y existencia, pero creo que estas cuestiones son para otro tipo de análisis, lejos de la intención de esta critica.