Entre la derecha y la izquierda
El filme trata de mantener el buen humor y conservar el espíritu lúdico, pero a veces choca con torpezas, o bromas que están más relacionadas con cierta necesidad de impactar. Un dato a destacar es que tiene excelentes actores como la deliciosa Sarah Forestier.
Ella se llama Baya, es hija de argelino y francesa. Y tiene una línea ideológica que le impide tolerar a las personas estructuradas y rígidas, burguesas y de derecha. Una madre francesa ex hippie le debió haber dicho esto de "hagamos el amor y no la guerra", porque la jovencísima Baya hace el amor con burgueses de derecha y por su prédica en la sala, o en la cama, no aclara, los convence de modificar sus principios. Ahora se encontró con Arthur Martin, veterinario con nombre de marca de electrodomésticos, que está muy lejos de ser un hombre de derecha y es seducido por la ardiente jovencita.
Arthur tuvo abuelos que murieron en Auschwitz y una madre que debió cambiar su apellido para sobrevivir en una sociedad, donde Vichy era una realidad (Estatuto de los judíos, 1941).
Los dos se encontraron y Baya lo confunde con un burocrático señor al que debe enamorar para que cambie. Pero Arthur no es lo que ella piensa y la cosa empezará a complicarse.
DELICADO EQUILIBRIO
"El significado del amor" es una suerte de comedia romántica con implicancias políticas. Más cercana a la farsa por ciertas exageraciones de forma y fondo, la película se desplaza en un delicado equilibrio con referencias al gobierno de Petain, Jospin, la intolerancia social y la vida en general. Con una alusión directa a los derechos humanos, la hipocresía social y la necesidad de confraternizar y llegar a una suerte de comunidad, la historia de Michel Leclerc apunta a la exposición de problemáticas sociales de interés.
El conflicto está en que hay cierta preferencia por el desborde y una estrategia de juego que a veces molesta. A la vez que la variedad de temáticas que abarca -la discriminación, el Holocausto, el gobierno de Vichy y otras problemáticas urticantes-, por momentos se convierten en un collage, un poco desenfrenado.
El filme trata de mantener el buen humor y conservar el espíritu lúdico, pero a veces choca con torpezas, o bromas que están más relacionadas con cierta necesidad de impactar. Un dato a destacar es que tiene excelentes actores como la deliciosa Sarah Forestier, con todo el desparpajo de la juventud y la belleza de una nueva actriz joven, todavía no contaminada por los mareos psicoanalíticos y un correcto Jacques Gamblin.