El genero fantástico es un fenómeno universal al punto de que en un país como Venezuela, con las tribulaciones extremas por las que está pasando, también produce películas de monstruos. En este caso, el ser sobrenatural del título surge del folklore local de las llanuras venezolanas, y de hecho hay varios films con referencias a este tenebroso Silbón. Se trata de un ser que no habla, sino silba, y que se dedica a masacrar gente mala.
Esta película intenta explorar las fuentes del Silbón, pero lo hace sin mucha coherencia. La narración es errática y confusa, con una trama que presenta un conjuro original que generó al monstruo, a lo que se agrega una niña que podría estar poseída. La dirección de arte y la ambientación de época también aportan confusión, pero a favor del film hay que decir que hay buenas imágenes y que la fotografía sabe aprovechar los atractivos naturales, utilizándolos para potenciar el clima macabro.
Pero, por desgracia, esto es puro clima, y el film falla radicalmente en cuanto a la narración y al ritmo.
Hay algunos momentos gore, y por supuesto mucho silbido, que mantiene su presencia sonora hasta el pintoresco tema musical de los créditos finales.