Esta es la ópera prima de Gisberg Bermúdez, coproducción venezolana, mexicana y norteamericana, cuenta por un lado el origen del Silbón durante el Siglo XIX y por otra parte son dos historias que se entrelazan, cada una en tiempos distintos, pero en paralelo, en el mismo pueblo rural donde se desarrollan los hechos en una leyenda urbana.
Se van mezclando un género fantástico, misterioso, con fantasmas, posesiones, bien tétrica, macabra, se van generando climas, con una atmósfera inquietante, una correcta ambientación, un elenco de desconocidos para nosotros, le da los toques necesarios la música de Nascuy Linares, con la buena fotografía de Gerard Uzcategui y el destacado maquillaje Gustavo González.