El proceso de Memoria, Verdad y Justicia iniciado en la Argentina luego de la última dictadura militar, aun con los vaivenes generados por los vientos políticos, abrió un camino seguido por muchos países que atravesaron gobiernos de factos. En España, luego de la larga dictadura franquista, se optó en cambio por una Ley de Amnistía que, en 1977, intentó poner un manto de olvido a los brutales crímenes ocurridos entre 1939 y 1975.
Filmada a lo largo de seis años y producida por Pedro Almodóvar, El silencio de otros aborda el tortuoso camino que recorrieron varias víctimas directas e indirectas del franquismo para saber algo más sobre lo ocurrido durante aquellos años. La acción transcurre, por un lado, en España, donde abogados de derechos humanos arman la querella, mientras que en la Argentina la jueza Servini de Cubría se hace cargo del caso basándose en el principio de jurisdicción universal de los crímenes de lesa humanidad.
El documental de Almudena Carracedo y Robert Bahar jamás esconde su posición ideológica. Siempre junto a las víctimas, registra las idas y vueltas de un proceso realizado en contra de la voluntad de la Justicia española. En paralelo, aborda varias historias de sobrevivientes a la tortura ("acá vive el hombre que me torturó", dice uno en la puerta de un coqueto edificio madrileño) y de hijos de desaparecidos que, ya ancianos, no cejan en la búsqueda de sus seres queridos. Allí está esa abuela que, envuelta en lágrimas, se entera de que por primera vez abrirán la fosa común en la que está su padre.
Con un ritmo que por momentos se asimila al de un thriller judicial, El silencio de otros es de esos documentales cuya valía está más en lo que cuenta que en cómo lo hace. Algo desprolijo en su exposición -da toda la sensación de que la dupla de realizadores quería contar mucho más de lo que pudo- pero de indudable potencia emotiva, se trata de un film testimonial imprescindible para entender los ripiosos pero necesarios caminos que conducen a la construcción de una memoria colectiva.