Hacer un documental sobre la figura de un padre conlleva, de por sí, un fuerte riesgo (emocional y artístico), pero si ese papá tuvo además una vida tan intensa, llena de secretos y con un final tan trágico (murió en 1998, a los 53 años, tras caerse de un caballo) se trata de un desafío decididamente extremo. En su primer largometraje como directora, Comedi no sólo sale airosa sino que regaló una de las sorpresas del año.
La película va de lo íntimo a lo público, de lo privado a lo político, para luego regresar a las sensaciones más personales de la directora y su familia. El film es fascinante por la historia que reconstruye, por la época en que transcurre (de los años '70 a los '90), por los temas que aborda (la militancia de izquierda, la homosexualidad, el SIDA) y por la forma en que Comedi utiliza los diferentes recursos: mucho material de películas familiares (su padre tenía una compulsión a filmarlo y fotografiarlo todo), entrevistas, archivo de la época y una voz en off que tiene el tono justo. En general la directora maneja un registro pudoroso sin por eso esconder nada y evita caer en el lamento desgarrador o en la manipulación emocional (la historia tenía todos los condimentos para hacerlo).
Jaime vivió como gay gran parte de su juventud y adultez (en un submundo semioculto y marginal como se estilaba en esa época), tuvo múltiples amantes y una pareja durante más de 11 años, Néstor, que murió de SIDA. Jaime fue también abogado y militante de izquierda (Vanguardia Comunista/Partido de la Liberación) y el film -en otro de sus hallazgos- expone el tremendo grado de homofobia que existió en todos los grupos revolucionarios (ERP, Montoneros, etc.). De hecho, muchos gays y lesbianas de distintos movimientos solían reunirse para compartir experiencias, ya que sus preferencias sexuales eran reprimidas por sus compañeros y compañeras de lucha (“desvíos burgueses”).
Los viajes de Jaime por todo el mundo (en su etapa gay y en su etapa familiar), los recuerdos infantiles de la realizadora (su padre murió cuando ella tenía 12 años), las referencias musicales (Queen, Virus), el uso de las home-movies, la intensidad de las charlas con sus familiares... Todo en El silencio es un cuerpo que cae funciona, suma y abre nuevas líneas para comprender y sentir una historia de vida y una época de la Argentina donde la violencia, el sectarismo y los prejuicios se manifestaban en todos los terrenos.