El peso del silencio
El cine documental siempre cuenta con una cuota extra de entrega emocional sobre lo que se quiere contar. En el género siempre se intenta descubrir una verdad, re-interpretar un hecho o visibilizar realidades invisibles. Y no es para poco. “El silencio es un cuerpo que cae” es la materialización de esa pasión y se disfruta de la misma manera visceral y cruda con la que la realizadora cordobesa, Agustina Comedi, decide compartir su historia familiar en esta ópera prima.
Habiendo pasado por el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam, para luego ser reconocida en el BAFICI pasado, “El Silencio…” es la reconstrucción que Comedi hace sobre la identidad de su papá, Jaime, fallecido en 1999 cuando ella tenía 12 años. La pasión familiar por llevar siempre una cámara en mano pasa de padre a hija, sellándose en el momento que un accidente a caballo deja de ser un simple luto, para convertirse en la búsqueda continua de saber quién era Jaime en realidad. El inevitable momento de darnos cuenta que nuestros padres son personas, hermanos, tíos, amantes, antes de ser nuestros padres. Solo que a la directora le llegó mucho más temprano que a la mayoría.
Sin embargo, el pasado de Jaime deja de ser algo netamente personal, para convertirse en el testimonio social y político de un joven homosexual militante de izquierda en la década del 70’ en la Argentina, mucho antes de ser el papá de Agustina. Y es así como la necesidad de rescatar su figura paterna a través de miles de horas de VHS casero y la catarsis de amigos y exparejas termina transformándose en una herramienta fundamental para recrear la brutal persecución y el prejuicio de la época, capaz de convertir algo tan natural como el deseo en algo inaceptable y vergonzoso.
La intensidad de la juventud de Jaime, marcada por la libertad sexual y el activismo colectivo, contrasta (o más bien se complementa) con la imagen madura de abogado prolijo y padre ejemplar. Fragmentos en Super 8, videocasetes deteriorados y fotos descoloridas, la misma fragilidad del enorme archivo al que accede la directora para sumergirse en su propia historia, y en consecuencia en el mundo gay y trans, termina siendo tan potente que por sí solo transmite lo que resulta imposible de narrar con palabras, o siquiera imágenes, como lo es el miedo en pleno destape del HIV o el rechazo sistemático de una sociedad retrógrada.
“Cuando vos naciste, una parte de Jaime murió para siempre”, le dice uno de los confidentes más cercanos a Agustina Comedi durante las entrevistas, y ella todavía se niega a pensar que su padre haya dejado atrás su naturaleza sólo por el profundo anhelo de tener hijos. A fin de cuentas, la memoria de Jaime sobrevive en este homenaje, lejos del silencio forzado que algunos continúan queriendo imponer.