Sin duda, la institución familiar no carece de interés, porque ha sido desde tiempos inmemoriales el primer modo de hacer experiencia del mundo. En esa esfera afectiva y lingüística se aprende a describir, discriminar, aceptar y desdeñar; también se aprende a elegir y, lo que es todavía más decisivo, a desear. La extraordinaria ópera prima de Agustina Comedi es sobre todo un film sobre el deseo y su historia en coordenadas muy precisas: la vida de un hombre que vivió en Córdoba, fue militante, más tarde abogado, amó a un hombre, después tuvo una familia y murió en un accidente insólito. Ese hombre es el padre de la directora y, si bien El silencio es un cuerpo que caepuede haber sido espiritualmente edificante para Comedi, el film trasciende la novela familiar para devenir en un retrato de los límites de la imaginación moral de una sociedad específica.