Duros de matar
Hay una cuestión retórica que puede llegar a importunar al espectador mientras mira El sobreviviente (Lone Survivor, 2013): ¿qué hacen estos cuatro marines norteamericanos en Afganistán? Son muchas las historias en las que la presencia de EEUU en Medio Oriente es un hecho tácito. Algunas lo cuestionan. Ésta no es una de ellas.
Si no les remueve el estómago ver cómo nuestros héroes abrazan niñitos locales mientras matan “insurgentes”, adelante. Ellos son los soldados Murphy (Taylor Kitsch), Axelson (Ben Foster), Dietz (Emile Hirsch) y Luttrell (Mark Wahlberg), quien por si no queda claro por el trailer, el afiche, el título, el prólogo o el hecho de que es el productor de la película, es efectivamente el epónimo último sobreviviente.
Basada en la Operación Red Wings, llevada a cabo a lo largo de la quijotesca guerra norteamericana contra el terror, la película trata sobre el tiroteo que se llevó a cabo entre marines y talibanes en la cima de una colina afgana, durante una misión de reconocimiento. Cuan factual es la historia es discutible, pero poco importa. La película sólo quiere causar un efecto: dolor. Y si una película ha de medir su valor por cuan fielmente cumple su acometido, ésta es valiosísima. Posee una atención pornográfica al dolor.
Las esquirlas de metralla se entierran en la piel de nuestros protagonistas. Sus huesos se parten y protuberan en ángulos extraños. Sus cráneos se abren. Sus miembros desgarrados vierten sangre. Son baleados en los pies, las manos, el pecho, la espalda, la cabeza. Cómo tardan en morir. No menos de tres veces saltan al precipicio, rodando colina abajo, quebrándose huesos y vértebras y espinas contra las rocas mientras dejan manchas de sangre donde se golpean la cabeza. Todo se ve muy real. Felicitaciones a los departamentos de edición, sonido y maquillaje.
La violencia no es un problema necesariamente. Hay mejores películas que esta, más violentas aún, basadas o no en hechos reales. Pero El sobreviviente es sobre eso y nada más. No aprendemos nada acerca de los personajes, excepto que aman a sus novias y el ejército les ha hermanado entre sí. No cambian ni se desarrollan, sólo mueren con mucho o muchísimo dolor, luego de aniquilar algo así como siete u ocho veces su propio número.
El mensaje es “la lucha nunca termina”, y resuena en una escena en la que los muchachos debaten qué hacer con unos pastores con los que se han topado en la colina. ¿Son cautelosos y los matan, cosa de que no adviertan al enemigo de su presencia, o les dejan ir de acuerdo a las Normas de Intervención? Votan liberarlos, o no habría película. ¿A nadie se le ocurrió retenerlos y soltarlos una vez que estuvieran lejos? Criticaría al guión pero es lo que pasó.