Un grupo de marines tiene por misión neutralizar una célula talibán en Afganistán. Fracasan, son emboscados, van muriendo uno a uno. A la película, dado el tema, no le falta el costado patriótico ni el elogio (en sus propios términos) de la fraternidad militar. Pero el tema es otro y, una vez que dejamos de lado los prejuicios al respecto, podemos enfrentarnos al asunto: el miedo. Son tipos asustados, desesperados, que están mirando una muerte horrible y demasiado posible a la cara, sin demasiadas posibilidades. El film maneja esta tensión y, sin explicarlo de modo explícito, transmite ese miedo con la inmediatez y la portencia de la épica. Las secuencias de acción -una de ellas en particular, especialmente climática- están entre lo más fuerte que ha realizado el cine estadounidense en los últimos años. Si es un film de aventuras bélicas en cierto sentido, su verdadero aire y espíritu es el de la tragedia. El costado político podría ser criticable si la película no tuviera también una componente universal.