Gajes de un oficio difícil.
Uno podría caer rápidamente en la tentación de decir que Lone Survivor es apenas otro filme-propaganda que busca sobresaltar el heroísmo de los soldados estadounidenses, pero la película es mucho más que eso. Es cierto que rescata lo mejor de las fuerzas armadas norteamericanas, pero lo hace de forma artística y seria, sin incurrir en cursilerías y evitando recetas harto conocidas.
Lone Survivor está basada en una historia verídica, lo que le aporta una gran intensidad a la propuesta. Los protagonistas están inspirados en soldados verdaderos y las situaciones de conflicto también. No se trata de un comando de Rambos, sino de seres humanos con preocupaciones y ambiciones, como cualquiera de nosotros, cuyo trabajo es verdaderamente particular. La película muestra con realismo la rutina laboral de personas que arriesgan sus vidas para ganarse el pan, y funciona, gracias a un muy buen despliegue narrativo que acierta en la presentación de los personajes, sin apresurar los tiempos.
Los tiros llegan más tarde, pero para quedarse. A partir del primer disparo, Lone Survivor se convierte es un espiral de acción y vértigo que no se detiene hasta arribado el final. Quienes recuerden Black Hawk Down, encontrarán en esta propuesta grandes similitudes, sobre todo por el crudo realismo de sus imágenes. Ésta no es una película de guerra en la que los protagonistas esquivan balas, sino todo lo contrario, y su director ha realizado un excelente trabajo de fotografía para encauzar la historia a través de secuencias visuales magníficamente logradas.
Lone Survivor es un acierto en el género, gracias a su reparto y a una dirección impecable que ha sabido orquestar lo narrativo y lo técnico, rescatando la humanidad de los protagonistas, pero sin atenuar su capacidad de entretener a una audiencia ávida de acción.