Un romance juvenil, como tantos otros, basado en la novela homónima escrita por Nicola Yoonuna, que une a dos jóvenes por obra del destino en el ajetreado escenario neoyorquino.
El sol también es una estrella tiene un relato en off que sitúa a las personas de ínfimas existencias en un universo de cambios constantes. La vida de los mortales es tan corta que hay que vivirla a pleno. Y es lo que hacen Daniel Bae -Charles Melton, actor de las series American Horror Story y Riverdale-, un chico proveniente de una familia coreana, amante de la poesía y a punto de tener una entrevista para ingresar a la universidad de Yale, y Natasha Kingsley -Yara Shahidi-, una joven de Jamaica, muy pragmática y proclive a las estadísticas, que atraviesa una situación familiar complicada cuando ella y su familia están a punto de ser deportados de los Estados Unidos.
Sus caminos se cruzan, primero en el subte, y luego cuando Daniel evita que Natasha sea atropellada por un auto y son pocas horas las que tienen para compartir, antes que sus vidas tomen rumbos distintos.
El relato dirigido por Ry Russo-Young -Si no despierto-, al igual que el libro, recurre a la narración de los personajes y ofrece un tono discursivo que resta interés a las situaciones que atraviesan, logrando mayor eficacia en su segundo tramo.
El noviazgo, la familia, el trabajo, el destino y una realidad cruel que dependen del orden del cosmos, son las constantes por las que se encamina esta película de tono adolescente con romance interracial que se guarda un falso final para luego proseguir su marcha.
Caminatas, postales de Nueva York y temas musicales que acompañan la acción completan esta propuesta convencional con una pareja que no tiene química en la pantalla grande.