Entre el caos y la violencia
Esta pareciera ser la historia de dos jóvenes: Once y la Checu. Y digo pareciera porque todas son aproximaciones, miradas hacia un singular largometraje animado, que ubica a los personajes veinte años después de una guerra nuclear.
El caso es que todo quedó bastante parecido a lo que nos rodea, donde con un lenguaje más cercano a la cloaca que al dúplex, se habla mal de todo, desde las clases altas, a los piqueteros y en la que ni se salvan las computadoras, que son destruidas con entusiasmo, haciendo desaparecer la imagen del sol que pretende salir a pesar de todo.
LOS MUTANTES
Como decíamos, sobreviven los adolescentes que se desplazan por el desierto con la consigna "donde hay internet hay gente". Se encuentran con algo así como monstruos, con caníbales a los que llaman "bonitos" y hasta gente de un Sindicato Nacional de Argentinos Mutantes. Para completar aparecen los de Greenpeace, tan violentos como los demás.
Después vendrán las figuras pseudo-religiosas tras las que se van los chicos, la ruta como constante hacia lo imprevisible y la final aparición de algo así como un Espantajo símil Michael Jackson, guía espiritual temporario. Y el sol "que siempre está".
Más que comprender quizás uno tenga que prepararse para "sentir" esta película de Ayar Blasco y lo que se siente frente a este "Sol", es una sensación ambigua de frescura, juventud y desconcierto, un golpe de libertad y a la vez de caos, violencia y por sobre todo un humor ácido y escéptico.
"El sol" tiene ritmo. Son atractivos los dibujos, las voces de los personajes están bien manejadas por los actores-locutores y es bueno el nivel de sonido. En cuanto al lenguaje es una jerga adolescente dura y reiterativa.