El nuevo film de Alberto Masliah, El sonido de los tulipanes, es otro caso del emergente cine en época de crisis social. Aún con cuestiones a rever, posee atractivos para el género. El cine, como hecho cultural, no suele estar ajeno a las coyunturas sociales.
Menos aún el cine argentino caracterizado por su compromiso. Ante cada contexto histórico, se cuentan de a decenas las películas que retratan el sentir social del momento.
Cine obrero, post dictadura (y dictadura mediante analogías evasoras de la censura), destape, corrupción, crisis moral, esperanza de barrios bajos; y llegamos a la época actual. Al igual que en el post dictadura, aflora un aire a “que se vayan todos”, podredumbre en todos los estratos, y el mejor es el menos corrupto.
En este marco, "El sonido de los tulipanes" es un claro ejemplo de época, tal como la estrenada a fines de 2018, "El jardín de la clase media". Un policial, con personajes profesionales, altos contactos, la política en el medio, entramados familiares, y hechos espurios que manchan aquí y allá.
Posiblemente herederos del policial de principio de los ’90 ("Delito de corrupción", "Al filo de la ley"), y de principios del Siglo XXI ("Nada x Perder", "Cargo de Conciencia", "Gallito ciego", "El séptimo arcángel", y hasta "Nueve reinas"). Si revisamos la filmografía de Alberto Masliah ya podremos intuir hacia dónde irá el asunto.
Un puñado de documentales de contenido social, mayormente enfocado en minorías; y una única ficción, Schafhaus, casa de ovejas; con la cual "El sonido de los tulipanes" mantiene varios puntos en común. El linaje familiar marcado por asuntos políticos, las relaciones padres e hijos quebradas en un marco difícil, el hijo redescubriendo su historia, y una ambigüedad ideológica llamativa.
En esta oportunidad quien lleva la historia adelante es Marcelo Dimmarco (Pablo Rago), un periodista investigador de policiales, que carga con el éxito de una novela “El sonido de los tulipanes al doblarse”, que le trajo tantos beneficios como pérdidas.
Texto efectista, aquella novela le dio una popularidad que no pudo sostener y retener; y lo apartó de su padre, que siempre rigió la conducta de su hijo, y consideraba que ese texto estaba plagado de inexactitudes con tal de vender. Marcelo trabaja para un diario que no tiene ningún escrúpulo, y parece aceptar el juego. También tiene una relación muy distante con su propio hijo fruto de un matrimonio roto.
La repentina muerte de su padre, Antonio Dimmarco (Roberto Carnaghi), en circunstancias muy extrañas, trastocará la vida de Marcelo, que se verá envuelto en una investigación con ribetes en un inicio impensados. Mediante una serie de flashbacks iremos conociendo la relación entre ambos, y descubriremos una asociación que implica contactos de todo tipo, y se eleva a tiempos pasados.
En el funeral, se hacen presentes dos persones. Carolina (Calu Rivero) la secretaria de Antonio, que se une a Marcelo para llegar a la verdad, ya que ella misma parece verse acosada por quienes asesinaron a Antonio; y “El Loco” Bertolini (Gerardo Romano), socio de Antonio, pata política, con intereses propios nada limpios.
"El sonido de los tulipanes" crea una red en la que entran la corrupción política, lo exiliados durante la dictadura y el pasado previo de los mismos, la suciedad mediática, y las nuevas actividades de estos personajes no acostumbrados a vivir de la legalidad.
En ese marco, hay cuestiones que se le escaparán de las manos, y otras que resulten algo redundantes. Lo diálogos remarcan las situaciones, y algunos personajes presentan trazos gruesos.
Sin embargo, en su propuesta de crear un policial de ribetes altos, resulta efectiva, y deja en claro el mensaje de algo turbio enquistado desde hace mucho tiempo en el país, y del que ningún sector está exento. La solvencia de actores como Rago y Carnaghi, le aportan peso a sus papeles; y Gerardo Romano logra sacar provecho a sus habituales sobreactuaciones (entendido no como como algo negativo) que en esta oportunidad son muy favorables a un personaje megalómano.
Calu Rivero, con aún escasa participación cinematográfica, mejora la performance entregada en "Tesis sobre un homicidio", so nota suelta, y cumplidora en el rol de una semi femme fatale joven y con un grado de inocencia y misterio.
Niveles de producción altos, y una consciencia de lo que se pretende entregar, como heredera de una tradición fructífera en nuestro cine, apuntalan esta producción. "El sonido de los tulipanes" presenta una sociedad corrompida, personajes que muestran bajezas, y una suciedad que no se ahorra detalles.
Varios tramos pueden resultar sobrecargados, con un lenguaje visual algo evidente; u obligarnos a cuestionarnos su posicionamiento ideológico ambiguo, con dardos para aquí y para allá. Alberto Masliah construyó un thriller cuyo mayor mérito es no esconder sus intenciones.