Operativo Retorno
La relación entre Marcelo (Pablo Rago) y Tonio Dimarco (Roberto Carnaghi) está rota hace años, desde que el hijo publicó una novela que disgustó al padre por exponer historias del pasado que lo involucraron en un supuesto asesinato para encubrir una estafa.
Tampoco está entera la relación entre Marcelo y su hijo, quien lógicamente prefiere dedicarle su admiración a un abuelo que invierte tiempo en él.
Alejado de la mayor parte de su entorno y sin poder replicar el éxito de su primera novela, Marcelo solo parece funcionar como cronista de policiales en el diario más importante del país, que en tiempos tumultuosos le exige detonar todas las noticias que encuentre para profundizar la situación y sacar provecho. Es mientras investiga un posible vínculo con el narcotráfico del mayor referente político del momento, que su padre aparece muerto en la bañera aparentando suicidio, pero al mismo tiempo con una escena bien diseñada, casi pictórica.
Ello lo fuerza a reconectar con su memoria, sus viejos compañeros de lucha, y con los secretos de aquella época que pudieron haberlo matado.
Novela policial de hojas amarillas
No es por nada que la película lleva el nombre del libro escrito por el protagonista, El sonido de los Tulipanes bien podría ser una novela policial basada en hechos y personajes que recuerdan a algunos de nuestra historia reciente, aludiendo a la lucha armada de los 70s y los conflictos sociales de principios de este siglo.
El problema es también eso mismo, porque la película suena como una mala adaptación de una novela donde los personajes tienen que explicar todo lo que sucede, declamando en cada escena frases complejas y acartonadas que no salen con naturalidad de los intérpretes.
La trama, con potencial de ser interesante, se pisa los cordones cada vez que quiere tomar envión, perdiéndose en intentos de explicar complejidades añadidas artificialmente para dar volumen a una historia deshilachada e inconexa, cargada de un montón de personajes apenas esbozados que hubieran funcionado mejor en una miniserie. Allí tendrían más tiempo de profundizar en sus historias, y quizás hasta darle oportunidad de lucirse a ese elenco lleno de nombres importantes que apenas logra unos pocos momentos interesantes cuando se cruzan Rago y Carnaghi, contrapuestos a una serie de villanos caricaturizados y una joven con la participación justa para calificar como eye-candy, con el único rol de justificar una escena de sexo intrascendente para la trama.
Todo deja la sensación de tener material para ser mejor. Si funcionara mejor narrativamente, podría perdonársele la puesta en escena televisiva, las actuaciones inverosímiles o los problemas de sonido, pero juntar un par de buenas ideas con la esperanza de que solas se acomoden no alcanza para salvar a El sonido de los Tulipanes.