Honestamente, no sé si El Sorprendente Hombre Araña 2: La Amenaza de Electro es realmente una buena película. Como cinta de superhéroes, está plagada de momentos de gran emoción y heroísmo, y las secuencias de acción están formidablemente coreografiadas; pero, por otro lado, hay tantos elementos insatisfactorios en la historia que las sensaciones terminan por ser encontradas. El problema es que el libreto está saturado de personajes y tramas, y algunos de ellos presentan un nivel de desarrollo tremendamente dispar. Aún cuando la sensación prevalente es positiva, me da la impresión que el libreto precisaba un par de horneadas extras antes de encontrar el punto de cocción justo que sus pretensiones exigían.
Aún cuando no soy un gran fanático de la saga dirigida por Marc Webb, debo admitir que Andrew Garfield me parece el mejor Spiderman de todos los que pasaron por la pantalla grande. Es guapo, tiene carisma y tiene presencia física; y en esta ocasión, parece haber madurado en el punto justo como para llevar con holgura el personaje. Cuando fanfarronea - vestido como Spiderman - es una delicia; cuando se atormenta por la doble vida que debe llevar (y las limitaciones que ello impone), es conmovedor; y cuando está en pantalla con Gwen Stacy / Emma Stone, simplemente se saca chispas. No es un ñoño boy scout como Tobey Maguire, sino que tiene su picardía, y ahi reside su gracia. A esto se suma Marc Webb, el cual parece haber crecido como director y se da el lujo de crear batallas espectaculares y momentos profundamente emocionantes, casi diría de la misma talla de los que abundaban en la Superman de Richard Donner: esos en donde el héroe conmovía, fuera por su sacrificio o por su sencillez, y donde nos contagiaba el dolor y la soledad que imponían su condición de ser único, especial, e inconsolable.
Pero frente a semejante despliegue de talento - acompañado por una siniestra perfomance de Dane DeHaan, el cual nos hace olvidar en menos de cinco minutos al insulso Harry Osborn que componía James Franco en las épocas de Raimi -, el libreto se encarga de enredarse consigo mismo y desmerecer el esfuerzo, básicamente porque comete dos pecados importantes: tira demasiada data - hay exceso de personajes y tramas - y es incapaz de proveer un villano preponderante y satisfactorio, ya que todos los que entran en la categoría sólo aparecen cinco minutos en pantalla o están criminalmente subdesarrollados. Dane DeHaan resuma maldad cuando aparece como el Duende Verde, pero sólo lo hace en los cinco minutos finales; lo de Paul Giamatti / Rino no deja de ser un cameo extendido y bien podría haberse podado su participación sin haber afectado en lo más minimo el desarrollo de la trama - aparece unos minutos al principio y al final del filme, sin aparente vinculo alguno con el resto de los personajes de la historia - ; y el caso de Jamie Foxx / Electro bordea lo bochornoso. Siguiendo el mismo patrón que Jim Carrey en Batman Forever, decidieron convertir a otro nerd antisocial en un sicópata superpoderoso celoso de la popularidad del superhéroe de turno. Es una motivación tan patética como irritante, amén de desperdiciar el talento de Foxx en un papel tremendamente subdesarrollado. ¿Para eso contrataron a un ganador del Oscar?. El perfil sicológico del villano parece escrito por un nene de cinco años, lo cual es decepcionante en esta época en donde proliferan los Loki, los Jokers o los Magnetos, por citar algunos de los mejores malvados que han poblado las pantallas de cine de superhéroes los últimos años.
Pero el problema no es Foxx - que al menos se ve algo amenazante cuando se convierte en una super batería humana - sino el libreto, que quiere barajar demasiadas bolas en el aire y no siempre logra manipularlas con éxito. Los melodramas de Spiderman con sus novias - tal como ocurria con Raimi - absorben demasiado tiempo; y si bien Garfield y Stone son una delicia en pantalla, también es cierto que podrían haber abreviado ello en favor de desarrollar mas a Electro, simplificar las subtramas que pululan en el libreto, o darle mas tiempo a DeHaan para que haga mas maldades una vez convertido en el Duende Verde - el desenlace de la trama vinculada con los padres de Peter Parker es decepcionante, y eso que se trata de una faceta desconocida y fascinante de la mitología del personaje -. Al menos hay que reconocer que los libretistas tuvieron el valor de respetar la mitología de Spiderman, y se despacharon con un par de jugadas arriesgadas, las cuales aumentan el balance positivo de un filme dispar en desarrollo.
Llega un momento en que uno se cansa de la mediocridad del cine actual. Antes las películas eran totalmente buenas o totalmente malas; hoy, en cambio, los filmes parecen acolchados de retazos, compilados de escenas rodados por diferentes directores y creativos. Ahora vemos una secuencia formidable y, en la siguiente, tenemos un horror intragable que parece salido de una pelicula clase Z. Digo: antes, los artesanos eran parejos en la calidad del desarrollo de sus productos. Ahora es como si precisaran un tutor, un segundo director que pudiera observarles las pifias de su rodaje, el cual tuvo momentos tremendamente inspirados. Yo creo que el grueso de esta gente viene de una generación influenciada por la MTV y Akiva Goldsman: individuos acostumbrados a historias intensas pero resumidas en cinco minutos, saturadas de poses y frases rimbobantes, pero que no les alcanza las perspectiva para ver cómo se desarrolla una historia a lo largo de 90 minutos y con paridad en cuanto a la calidad de la narración. Aquí Marc Webb - de 500 Días sin Ella, o sea que sabe cómo narrar una historia con denso desarrollo dramático - hace grandes méritos con lo que tiene a mano, lástima que los libretistas no están a la altura del desafío - arrancan bien, se pierden en el camino, no saben cómo aplicar el nudo del final -, y terminan por opacar una historia plagada de virtudes, la mayoría de los cuales no les pertenece.
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