Algunos destellos no salvan a este Hombre araña
Se sigue extrañando al director Sam Raimi, igual que en la primera película "El sorprendente hombre araña" que filmó en el 2012 el director de clips Mike Webb. Peor aún, en esta nueva secuela casi se termina extrañando al mismísimo Hombre araña, quien esta vez casi es salvado por tres villanos que son los que terminan equilibrando una floja megaproducción que no está al nivel de las brillantes películas que viene haciendo la Marvel (aunque en este sentido hay que reconocer que la puntería viene bajando).
A favor de mantener e incluso profundizar el estilo de la anterior "Amazing Spider-Man" hay un solo punto: el film del 2012 recaudó unos 700 millones de dólares, así que partiendo de esta base, difícilmente nadie que haya intervenido en la producción de esta segunda parte querría desviarse en otra dirección.
En todo caso, al menos pusieron el énfasis en los malos, que se roban la película, empezando por Jamie Foxx como un nerd fan obsesivo del superhéroe que, al sentirse traicionado, se transforma en el peligroso Electro al que se refiere el título. Por otro lado, está el muy convincente viejo amigo de Peter Parker, el conocido Harry Osborn, interpretado por un Dane DeHaan que parece inspirado en el David Bowie de la época del disco "Let's Dance" , y también un poco en el vampiro fashion que el cantante componía en "El ansia" de Tony Scott. Lo interesante de su performance es cómo explota en un estilo totalmente distinto cuando finalmente se transforma en el archienemigo Green Goblin para hacer las fechorías que los fans del Hombre Araña conocen tan bien.
Con más de dos horas de metraje, esta secuela es demasiado larga y, sobre todo, demasiado llena de escenas que interesan muy poco, empezando por los interminables diálogos entre el Peter Parker que compone un flojo Andrew Garfield y las dos mujeres de su vida, es decir su novia Emma Stone y su tía Sally Field (en este caso hay que lamentar que una gran actriz como ella tenga que darle vida a diálogos tan malos).
En cuanto a la química entre Garfield y Stone, es casi nula, y en realidad en general todo lo que tiene que ver con Parker se aleja un poco de las características que hacen que Spider-Man sea el gran personaje que es, ya esté arrojando sus telarañas o enfrentando la vida de chico común y corriente que es la gran dualidad de la historia. Perdiendo interés Parker, pierde tambien interés su alter ego arácnido, y a pesar de todos los efectos especiales que le pueda comprar un presupuesto de más de cien millones de dólares, por momentos algunas escenas recuerdan a las del semiolvidado telefilm de la década del 70 que era barato, incluso, para los standards de la pantalla chica.
Sin embargo, no todo está perdido en esta muy mediana película para el nivel de Marvel, ya que cada tanto en medio del aburrimiento aparece una escena formidable, como por ejemplo el inicio y el final con el mejor villano de la película , aunque lamentablemente sea el que menos aparece. Un desaforado Paul Giamatti irrumpe en un camión arrasando todo a su paso en un momento que parece una trasposicion a la ciudad de Nueva York de algún film de Sam Peckinpah tipo "Convoy", con un nivel de violencia y una furia que sólo es capaz de dar un actor brillante como el de "12 años de esclavitud".
Las dos escenas con Giamatti valen solas para justificar el precio de la entrada, que debería venir con un cronograma para poder saltearse los momentos estáticos y salir a comprar pochoclo en las escenas aburridas, para sólo disfrutar de los momentos aislados que realmente valen, que incluyen el gran ataque de Electro (todas las escenas con Jamie Foxx son buenas, pero tampoco hay tantas) y el ataque final de Green Goblin.
Finalmente, sólo se puede decir que los efectos especiales son muy buenos, y lo que realmente mejora en el film en relación al anterior es el score musical de Hans Zimmer junto a Pharrel Williams y Johnny Marr (el guitarrista del grupo The Smiths), probablemente uno de los mejores que se hayan escrito para un film de Marvel.