Varios frentes para el héroe
Andrew Garfield intepreta otra vez al Hombre araña quien ahora se mide con tres enemigos. Una historia que actua por acumulación y sin pausas para garantizar taquilla.
La nueva aventura de Peter Parker se multiplica en varios frentes, ya que no tiene un solo enemigo, sino tres. Pero no solo por el lado de los villanos viene la segunda parte del "nuevo hombre araña", ya que el atribulado personaje central, además de bucear nuevamente en su pasado, va y viene en la relación con su novia. Por si fuera poco, el afán vengativo de su viejo amigo Harry Osborn (Dane DeHanne), que continúa enfermo, duplica la apuesta, como también el nuevo villano corporativo, Max Dillon (Jamie Foxx), convertido en Electro, quien tiene el poder de dejar sin luz a Nueva York, agregando una subtrama que va más allá del esquema básico en una historia de superhéroes. A todo esto, aun cuando aparece de manera esporádica, el tercer rival, Rihno (Paul Giamatti), deja vislumbrar que habrá infinitas continuaciones arácnidas. En paralelo al trío de enemigos, el sorprendente Hombre Araña 2 construye a otros personajes, espaciados y de manera sintética, como el de la tía May (Sally Field), con algunas líneas de diálogo mejor escritas que en films anteriores. Y está la historia de amor entre Parker (Andrew Garfield) y Gwen Stacey (Emma Stone), punto alto de la película, debido a la química entre los actores, la simpatía de ambos y, por suerte, la construcción de (otra) subtrama, ahora romántica, en medio de tanto enfrentamiento entre el héroe y los villanos.
Hace un par de años renació el hombre araña en manos de Marc Webb, sustituyendo a Sam Raimi y modificando al protagonista, que viró del aniñado y tontuelo Tobey McGuire al más terrenal y traumatizado arácnido que interpreta Garfield. La saga parecería seguir interminablemente, por lo menos hasta que cierren los números en taquilla, pero lo más importante es analizar qué suma y qué no el díptico dirigido por Webb. En ese sentido, como sucede en esta clase de películas que hace sobrevivir a Hollywood no solo allá sino también en todo el mundo, la historia actúa por acumulación y sin pausas: más personajes, más enfrentamientos, más dinero invertido, más chistes (buenos o malos). Sin embargo, un par de detalles actúan a favor en esta segunda parte, ya que la trama intenta acercarse a temas que exceden al héroe de Marvel. Por ejemplo, conformar toda una zona traumática no solo del personaje central, también de su amigo-villano Osborne, aumentando la apuesta por el dolor. Como si la saga pretendiera aproximarse a los mejores personajes de aquel otrora gran director que fue Tim Burton, la película da unos pasos aún cautos pero bienvenidos que miran más allá de lo previsto de antemano. Se verá qué ocurre en las siguientes películas, pero el triste final deja una luz (o un hilo) de esperanza para que el hombre araña no sea solamente un personaje exitoso en cine que aplasta en boleterías.