LA TELARAÑA SE REGENERA
La saga de Spider-Man del director Sam Raimi no daba para más: la telaraña se había cortado en pleno salto y el héroe se había estrellado contra el duro pavimento del ridículo. Era necesario volver a empezar, devolverle a la saga la frescura adolescente del comienzo, ya mítico, de este personaje. Con EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA (THE AMAZING SPIDER-MAN), el nuevo director, Marc Webb, logra eso y un poco más: la saga se regenera, cual cola de lagartija cortada, con algo de oscuridad y misterio, al mismo tiempo que desarrolla de forma adecuada y profunda la relación entre Peter Parker (Andrew Garfield) y su novia Gwen Stacy (Emma Stone). No faltan los asombrosos efectos especiales, las peleas intensas, el humor ni las reflexiones sobre el heroísmo. Ojo, tampoco hay que exagerar: la película funciona bien como reinicio, pero el hecho de ya conocer la historia, que necesariamente repite algunos conceptos de la película de 2002, la hace, por momentos, poco sorprendente.
El guión incorpora un puñado de nuevos elementos a la historia de Peter Parker: principalmente, se le da mayor importancia a la misteriosa muerte de sus padres, algo que lo ha afectado y lo ha convertido en un adolescente solitario. El joven vive con sus tíos, Ben (Michael Sheen) y May (una desaprovechada Sally Field), y un día descubre nuevas pistas sobre el trabajo que hacía su papá antes de morir. Su investigación lo lleva a la corporación Oscorp, en donde conoce al Dr. Curt Connors (Rhys Ifans), un científico que investiga sobre la regeneración celular. Luego de ser picado por una araña modificada genéticamente, Peter adquiere poderes y se convierte en Spider-Man, casi al mismo tiempo que Connors se transforma en un violento Lagarto humanoide después de un experimento fallido. En el medio de todo ese quilombo, nacerá el amor entre Peter y Gwen, su compañera de escuela.
Desde que Peter adquiere sus poderes, somos testigos de una seguidilla de sucesos algo similares a los ya vistos en la primera película, aquella con Tobey Maguire: los divertidos momentos en los que Peter no puede controlar sus recientemente adquiridas habilidades; la muerte del tío Ben (a esta altura eso ya no es spoiler); las acusaciones hacia Spider-Man (que para muchos es una amenaza y no un héroe); los momentos forzadamente emotivos en los que la gente común decide ayudar a Spidey. En fin, quizás haya cosas que no se las puede contar de otra manera, aunque se cambien los escenarios en las que suceden. Sin embargo, y como decíamos al principio, la película sí innova en cuanto a aportar algo de oscuridad (hay muchas tragedias en el film) y en que se le otorga mayor personalidad al protagonista. Por ejemplo, es genial que Spider-Man vuelva a ser el molesto tira-chistes despreocupado, igual que en la historieta.
Resultó acertada la decisión de filmar muchas de las escenas de Spider-Man con dobles de riesgo en vez de usar la computadora: esto le otorga a la película una mayor sensación de realismo, de tangibilidad. Spider-Man está ahí, no es un muñeco hecho en Paint como en SPIDER-MAN 2 (2004). También es genial la manera en que se incorporaron los movimientos de las arañas (Ejemplos: la escena en la que teje una telaraña en las alcantarillas o aquella en la que envuelve al Lagarto) e incluso cómo el héroe usa mucho sus telarañas para luchar (por ejemplo, lanzándosela a la cara a sus enemigos), algo que no hacía tanto en la trilogía de Raimi pero sí en los cómics. Hay, además, un buen uso del 3D, que suma bastante a la experiencia.
Es para destacar lo bien que están desarrollados los personajes de Peter y Gwen. Mucho tienen que ver las excelentes (y muy naturales) actuaciones de Garfield y Stone, y la buena química entre ambos actores. Ifans brinda una buena composición como Connors, aunque no resulta tan natural como la parejita. Por otra parte, El Lagarto no convence como villano: su ridículo aspecto y su escaso y superficial tratamiento hacen que el monstruo esté destinado a quedar en el olvido. Sheen tiene pocas escenas como Ben, aunque su interpretación es buena (sólo hay que mirar cómo es capaz de pasar de los gestos paternales al enojo, todo plasmado con solvencia): la escena de su muerte pasa rápido y no resulta lo suficientemente impactante, pero todos ya tenemos incorporado ese momento gracias a los films anteriores y a los cómics. Lo mismo sucede con otras partes del relato, como la creación del traje. La incapacidad de alejarse del mito de Spider-Man (algo prácticamente imposible) es lo que más afecta a la película: a veces para bien (como cuando algunos puntos importantes de la historia pueden pasarse de forma veloz sin que esto influya de forma grave), pero casi siempre para mal. Sin embargo, cuando EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA se balancea hacia esos momentos pequeños, hacia esas miradas entre Peter y Gwen, ahí, justo ahí es cuando la película mejor funciona.