Nuevas redes
Detrás de todo comic descansa una mitología, eso que en definitiva traza la mística de una historia con ribetes fantásticos o fantasiosos, seguida por millones a lo largo de los años que se comercializa hasta decir basta desde que el cine se pensó también como un excelente entretenimiento para las masas.
Pero así como el negocio de las secuelas creó el negocio de las precuelas, Hollywood se valió de otro, originado en la idea de remake, y que tiene que ver -más allá de sus fines mercantilistas- con coquetear entre los límites de lo permitido y lo no permitido en relación a volver sobre una historia o personaje, sin traicionar su esencia. La figura del héroe entonces o -en el caso que nos compete- del superhéroe atraviesa el mismo rumbo que el mito al punto de que la importancia sobre el origen es fundamental para dar sustancia al resto de la historia. Conocer los pormenores que llevaron a que un ser común, de carne y hueso, un paria, se transforme de repente en alguien no común y con superpoderes representa para todo fanático lo mismo que para un religioso tener acceso a la Biblia.
Por eso, El sorprendente hombre araña parte de esta premisa como elemento distintivo de su antecesora, dirigida por Sam Raimi, quien se hiciese cargo del operativo de refrotar al cine a la creación de Stan Lee para que ahora luego de tres aventuras tomen la posta desde el lado de la dirección Marc Webb (500 días con ella) y desde el protagonismo Andrew Garfield (Tobey Maguire, gracias por los servicios prestados) con un planteo distinto y un mayor desarrollo de los conflictos humanos, tanto desde el pasado de Peter Parker –con un misterio sobre la desaparición de sus padres, no resuelto aquí- como en lo que a su destino solitario de héroe se refiere y a la búsqueda de la identidad.
Ahora bien, la pregunta del millón: ¿era necesario? Creo que la respuesta vendrá con la secuela, dado que con esta entrega a la que Garfield le aporta un costado canchero y adolescente, bastante simpático, no le falta nada para cumplir tibiamente con las expectativas y sobre todo con aquellos fans que buscarán con lupa similitudes y diferencias. Las hay desde el guión básicamente, escrito por James Vanderbilt, Alvin Sargent y Steve Kloves, respecto a la construcción de los personajes. Se debe destacar el prolijo y progresivo proceso de metamorfosis donde además se subrayan ciertos rasgos emparentados con el arácnido que se van incorporando a los hábitos del muchacho adolescente y a la explosión sensible de todos sus sentidos detonada por la picadura de la araña en los laboratorios Oscorp. Emma Stone, interés amoroso de más peso en esta oportunidad, genera mayor química que la pareja anterior. Sin embargo, el antagonista (Rhys Ifans) no está a la altura del villano a pesar de su interesante historia y su motivación que lo lleva a convertirse en el monstruoso lagarto que mantiene en vilo a la ciudad de Nueva York.
No obstante, gran parte de las escenas de acción a las que el 3D suma realmente poco suceden en las periferias con un destacable manejo del espacio y la puesta en escena, como por ejemplo a bordo de un subte en el que se aprecia la destreza de Parker devenido vengador -con la policía pisándole los talones- y luego sí en el salvador de la comunidad de Nueva York.
El equilibrio entre acción y emoción está logrado así como la introducción de nuevas redes que seguramente atraparán al público en esta saga que parece haberse propuesto tomar aire e impulso, contagiarse de la mística más que de la estética cómic para tejer un nuevo hombre araña al que ya incluso no le ha quedado canción.