Uno de aquellos anhelos de Disney
Una de las obras que fueron ternadas por la Academia de Hollywood por su banda sonora propone una historia en clave narrativa clásica acerca de los prolegómenos del rodaje en 1961 del célebre musical Mary Poppins.
Nominada en la última entrega de los Oscars en el renglón de mejor banda sonora, el último film del guionista de "Medianoche en el jardín del bien y del mal", John Lee Hancock, pieza del cine negro dirigida por Clint Eastwood, nos ofrece ahora también ya en su oficio de realizador su acariciado sueño: el de representar frente a nosotros esos momentos que preceden a la filmación de este clásico del cine de Disney, obra de culto que tiene su lugar privilegiado en el mundo del musical, "Mary Poppins", estrenada en nuestro país a principios de diciembre de 1964.
No se trata ya de los entretelones del rodaje, ni siquiera de atravesar los distintos sets. No accedemos a un backstage sobre el proceso de construcción de esta obra meridiana de Disney, uno de sus más queridos proyectos; tal vez porque respondía al deseo de sus hijas. Y este sueño del mismo Disney nos lleva sí a ese año mil novecientos sesenta y uno en el que el Sr. Walt invita a Pamela Lyndon Travers a viajar a sus estudios, con el fin, con el solo fin, de adquirir los derechos de esta escritora australiana, cuya obra homónima se había publicado en 1934.
A casi cincuenta años de su estreno, en una era en la que los sofisticados efectos ultratecnológicos colocan al espectador como rehén de un juego que se libra entre personajes heroicos y estereotipados villanos que asumen el rostro del Mal; aún para algunos hay un espacio para que el viento del Este haga llegar a nuestras puertas a una mujer vestida de negro, luciendo un sombrero, llevando en una mano un paraguas y en la otra un bolso que sólo espera su abradacadabra. En esos primeros años de ese nuevo siglo, en la casa de los Banks, la nueva institutriz desplegará su inesperada manera de ser, hará despertar frente a esos niños un gran asombro. En ese primer gran rol para el cine, Julie Andrews ganará el Oscar como mejor actriz por este rol, componiendo a un personaje que anticipa en su conducta a María en el film de Robert Wise, "La novicia rebelde", a estrenarse un año después, cuyo título original, altamente significativo es "The sound of music".
Al volver sobre el estreno de la semana, un film que cabalga sobre el lomo de esos caballitos que la misma autora, muy a pesar de ella, conocerá en una de las calesitas que Disneyworld le depara, abriendo las puertas del pasado desde un planteo narrativo clásico, accedemos a una serie de enfrentamientos, negativas, rechazos, pulseadas entre esta mujer cuyo carácter hace mover los mismos cimientos de las oficinas centrales y este amable, paternal y comprensivo Walt Disney, particularmente muy idealizado, desde el mismo guión. Son ellos, una sobresaliente Emma Thompson y un correcto y medido Tom Hanks los que libran esta ronda de conversaciones ya que ni el tono de un musical ni la presencia de personajes del cine animación agradan a la autora para llevar "Mary Poopins a la pantalla". Por el contrario, un rotundo no, un severo taconeo que hace eco, un fuerte portazo, son las respuestas.
Como si de un libro de cuentos se tratara, los días de la infancia de la misma autora van asomando por entre las páginas de sus recuerdos. De esta manera en su Australia natal, mirada desde su presente con esa luz que parece de alborada, la escena familiar se va iluminando frente a nosotros, dejando poco a poco, al descubierto, sus ángulos claroscuros, sus aspectos más indescifrables.
Es un vaivén pendular y un movimiento de calesita el que lleva a ese punto de partida y es al mismo tiempo, la misma autora, compuesta magistralmente por la gran actriz Emma Thompson, la que irá ofreciendo un paulatino viraje en su modo de ser. Es la figura del padre, que se acerca y se aleja, la de una sufriente madre, la de una aparente severa tía que un día llega a sus puertas, la tía Ellie, persona de su vida sobre la cual se modela su Mary Poppins.
Toda una dialéctica se pone en acto entre la autora del libro y el mismo Walt Disney. Y tal vez sería más que un hallazgo, tener muy presente el afiche original del film, que se mantiene en nuestro país, en el que las sombras que se proyectan desde los dos personajes son las del Ratón Mickey y Mary Poppins sobre un fondo blanco. Y el título original del mismo es "Salvando al Sr. Banks", nombre que forma parte de este juego de ficciones.
Respecto del nombre y del tema de la identidad "El sueño de Walt" abre su espacio para ello y nos acerca mucho más al álbum personal de esta escritora, quien no aceptaba para su film, como le señalaban los hermanos Sherman, los compositores musicales, "un poco de azúcar".
Mrs. Travers se negaba a que su Mary Poppins participara de ese mundo donde los personajes saltaban y cantaban. Y menos aún, si los mismos, eran dibujos animados.
No desearía cerrar esta nota sin dejar de mencionar a un entrañable personaje de este film, al que logra tender un desinteresado, amable y profundo vínculo con la escritora. Y es al personaje del conductor del remise al que me refiero, Ralph, el que siempre está atento a las inquietudes de Mrs. Travers; el que, oportunamente, la conforta con palabras de aliento. Este humilde personaje está interpretado por Paul Giamatti y la composición que el actor hace del mismo es admirable.
El film que hoy comentamos nos pide dejar de lado, por algunos instantes, todas las lecturas críticas que sobre el cine de los personajes de Disney se hicieron a partir de los años setenta. Igualmente su "Mary Poppins" marca un lugar diferenciador, altamente creativo y original. Y quien la haya visto ya estará tarareando, junto a Julie Andrews y el genial actor clownesco, Dick Van Dyke, discípulo de Stan Laurel, la tan pegadiza canción "Chim Chim Cher-ee" y jugando con ese trabalenguas, que dio la vuelta al mundo, "Supercaligragilísticoespialidoso".