Hay algo en las películas sobre profesores y alumnos en donde todos podemos identificarnos, algunos más otros menos. Quizá se deba por esa experiencia compartida de pasar por un aula, esperar con ansias el timbre y saber que al otro día el mismo grupo de gente va estar esperando. O tal vez sea ese componente alquimico que desprende la enseñanza, la cual siempre logra captar la atención de quien lo vivencia.
La nueva película de Diego Lerman, forma parte de este reducido grupo de producciones. Tras su premiere en el Festival de San Sebastián de este año, “El suplente”, protagonizada por Juan Minujín, desembarca este jueves 13 de octubre en las salas de cine. Intentando demostrar que el cambio de lo macro, se encuentra en lo micro. Como reza el eslogan: “Nadie se salva solo”. Por más invulnerable que alguien se sienta, siempre va a necesitar una mano amiga.
Lucio es un académico del mundo de las letras, a quien nada lo motiva. A pedido de su padre, accede a tomar unas horas en una secundaria del conurbano. El nuevo profesor se verá obligado a buscar la manera de tender un puente entre su mundo y el de los adolescentes. Al mismo tiempo que intenta ayudarlos con sus problemas, sobre todo a Dylan su alumno favorito. A quien lo persigue una banda del barrio por tratar de vender drogas en el colegio.
Lo que comienza como un drama de colegio, de a tramos se desvía para tocar las orillas de thriller. Sin perder nunca el eje de lo que quiere contar, ni caer en lugares comunes. Al tiempo que presenta algunos encuadres tan atrapantes como arriesgados, que cautivan al ojo. Y por si esto no fuera poco, Alfredo Castro se calza el traje de “buen tipo” que tan bien le queda, brindando una interpretación impresionante. Solo eclipsado por el gran viaje transformador que realiza el personaje del suplente, al que le pone el cuerpo Juan Minujín.
Con grandes pasajes de buen cine, “El suplente” de Diego Lerman se presenta como uno de los grandes estrenos de este año. Una historia redonda, a la que se le suman grandes interpretaciones y un espléndido apartado técnico. Tan capaz de emocionar, como de dejarte al borde del asiento.