Cuando la violencia es real
Derrickson retorna a su género predilecto luego de dirigir Dr. Strange en 2016, y nos trae una historia que nos recuerda a alguna de sus anteriores obras, como Sinister (2012) o The Exorcism of Emily Rose (2005). Sin embargo, The Black Phone, más allá de su tono terrorífico desde que empezaron a publicitarla, se asemeja más a un thriller con tintes sobrenaturales en cuanto a su estructura narrativa, aunque sin dejar de lado algún buen susto bien aplicado.
Años 70, Colorado. La época y el lugar que se elige en la historia original de Joe Hill no es casualidad. Era el apogeo de los asesinos en serie en Estados Unidos y se había creado cierta mística alrededor de algunos personajes reales. En esta película, es un temible enmascarado el que secuestra al joven Finney, de 13 años, y lo encierra en un sótano insonorizado sin posibilidad alguna de escapatoria. Desprovisto de alternativas, Finney recibe ayuda de un teléfono negro que no para de sonar, en donde se agolpan las voces de las anteriores víctimas del asesino.
Hay algo muy bien logrado en la cinta que es la atmósfera general del pueblo. El ambiente cargado de violencia, desde lo intrafamiliar o en el colegio. La violencia como respuesta o solución a todo. Es por este motivo que creemos que el enmascarado no es otra cosa más que un producto de aquella sociedad que no tiene paz.
El desarrollo de la trama es correcto, sabe bien donde están sus límites y pareciera no necesitar esforzarse en seguir el camino indicado sin complicaciones. Derrickson elabora un buen encrucijado entre lo sobrenatural y lo real, que sucumbe en un clímax verdaderamente efectivo, ya que revienta la tensión en el momento justo y ningún cabo queda sin atar; cada personaje principal cierra su arco narrativo en conjunción con el final del conflicto.
Otro gran factor a tener en cuenta es la elección del reparto. No solamente del gigante Ethan Hawke que, a su manera, hace brillar todo lo que toca, sino que habría que hacer hincapié en el casting de todos los adolescentes que forman parte del film. Mason Thames (Finney) y Madeleine McGraw (Gwen, su hermanita) hacen un trabajo espectacular; realmente sorprende el nivel de sus actuaciones y la capacidad para crear escenas dramáticas de gran categoría.
Quizá uno de los reproches en general es la poca información que tenemos acerca del enmascarado. Derrickson no quiere indagar en los motivos que lo llevan a hacer ese tipo de cosas y se siente como si nos faltara algo más, o tal vez esa era su intención primera: que nos quedemos con la sensación latente de que no hay demasiados motivos para que llegue a hacer algo así.
En definitiva, The Black Phone cumple con las expectativas que se habían generado en los últimos meses, con una historia que cierra bien y siempre cuenta con una tensión que va in-crescendo hasta su incuestionable clímax. Más que recomendable alternativa que renueva la cartelera.
Puntuación: 7/10
Por Manuel Otero